Nick suavemente rozó sus dedos sobre la parte superior de su muslo, y se quedó helada. Con la única barrera del nailon, las puntas de sus dedos recorrieron desde la rodilla hasta la bastilla de su vestido. Desafortunadamente, era un vestido corto.
Delaney agarró su muñeca bajo la mesa e impidió que su mano se deslizase hacia arriba por el interior de su muslo. Lo miró a la cara, pero no la miraba. Su atención estaba centrada en el padre de Lisa.
– … por mi hija y mi nuevo hijo, Louie, – terminó el Sr. Collins.
Con la mano libre, Nick cogió su copa y brindó por la pareja. Mientras tomaba dos grandes tragos, su pulgar acarició la parte superior de la pierna de Delaney. Arriba y abajo sus dedos acariciaron sobre el nailon suave. Una sensación que ella no podía ignorar comenzó en la parte baja de su abdomen y apretó las piernas-. ¿No vas a brindar por la feliz pareja? -preguntó él.
Tan cuidadosamente como era posible, apartó su mano, pero la apretó con más fuerza. Ella empujó un poco más y accidentalmente golpeó a la tía de Nick.
– ¿Qué pasa?- preguntó Narcisa-. ¿Por qué estás retorciéndote?
Porque el libertino de tu sobrino está metiéndome mano muslo arriba-. Por nada.
Nick se inclinó hacia ella y susurró – Estate quieta o la gente pensará que te estoy tocando por debajo de la mesa.
– ¡Lo estás haciendo!
– Lo sé-. Él sonrió y fijó su atención en su tío-. Josu, ¿cuántas ovejas tienes este año?
– Veinte mil. ¿Tienes interés en ayudarme como cuando eras niño?
– Demonios no-. Le guiño un ojo a Delaney y su risa entrecortada retumbó en su pecho-. Tengo mucho que hacer aquí-. la palma caliente de su mano excitó su piel a través de la media, y Delaney se quedó totalmente quieta, tratando de disimular que el calor de la mano de Nick no penetraba a través de su cuerpo como una inundación caliente. Recorriendo su pecho y sus muslos, haciéndole cosquillear los pechos e inundándola de deseo entre las piernas. Agarró fuertemente su muñeca, pero no estaba segura de si quería que parara de subir más por su pierna, o dejar que lo hiciera.
– Nick.
Él inclinó su cabeza hacia la de ella-. ¿Sí?
– Detente-. Ella ensayó una sonrisa en su cara como si Nick y ella mantuvieran una entretenida charla, y dejó que su mirada recorriera la gente-. Alguien te podría ver.
– El mantel es demasiado largo. Ya me fijé.
– De todas maneras, ¿como es que estoy sentada a tu lado?
Él tomó la copa de vino y dijo desde detrás – Cambié la tarjetita con tu nombre por la de mi tía Ángeles. Es la señora que está sentada allí en medio agarrando firmemente su bolso como si alguien fuera a asaltarla. Es un Rottweiler-. Tomó un sorbo-. Tú eres más divertida.
Ángeles sobresalía como un nubarrón en un día soleado. Su pelo estaba recogido en un moño negro, y tenía la cara ceñuda bajo las cejas negras. A ella obviamente no le gustaba estar sentada entre la familia de Lisa. Delaney deslizó la mirada por la mesa, por los novios y la madre de Nick. Los ojos oscuros de Benita la miraban fijamente, y Delaney reconoció la misma mirada intimidatoria que utilizaba cuando era niña. “Sé que no eres buena”, decía.
Delaney se volvió hacia Nick y murmuró – Tienes que detenerte. Tu madre nos vigila. Creo que lo sabe.
La miró a la cara, después se volvió y miró a su madre-. ¿Qué es lo que sabe?
– Me mira con malos ojos. Sabe donde está tu mano-. Delaney miró por encima del hombro a Narcisa, pero la mujer mayor se había girado y hablaba con otra persona. Nadie más que Benita parecía prestarles atención.
– Relájate-. Su palma se deslizó otros dos centímetros hacia arriba, y las puntas de sus dedos recorrieron su muslo hasta la ropa interior.
Relájate. Delaney quería cerrar los ojos y gemir.
– No sabe nada-. Él hizo una pausa y luego dijo, – Excepto tal vez se pregunte por qué tus pezones están duros si aquí dentro no hace frío.
Delaney miró hacia abajo a sus pechos y sacó bruscamente su mano al mismo tiempo que echaba la silla para atrás. Agarrando su bolso de terciopelo, salió del comedor y pasó por dos estrechos pasillos diferentes antes de encontrar el baño de mujeres. Una vez dentro del baño, inspiró profundamente y se miró en el espejo. Bajo la luz fluorescente, sus mejillas parecían excitadas y sus ojos excesivamente brillantes.
Definitivamente había algo mal en ella. Algo que la hacía perder la razón en lo que a Nick concernía. Algo que hacía que dejara que la acariciara en una habitación llena de gente.
Puso su bolso rojo de terciopelo encima de la encimera y mojó una toalla en agua fría. La presionó contra su cara caliente y contuvo la respiración. Tal vez llevaba demasiado tiempo de abstinencia, y padecía privación sexual. Careciendo de atención y afecto como un gato abandonado.
Un inodoro sonó de pronto detrás de ella y una empleada del hotel salió. Mientras la mujer se lavaba las manos, Delaney abrió su bolso y cogió un lápiz de labios “Rojo Rebelde”.
– Si eres de la boda, están a punto de cortar la tarta.
Delaney miró a la mujer a través del espejo y se pintó el labio inferior-. Gracias. Entonces será mejor que regrese-. Miró como se marchaba la camarera y dejó caer el pintalabios en el pequeño bolso. Usando sus dedos mojados se arregló un poco el pelo.
Si Lisa y Louie estaban cortando la tarta, estaban llegando al final de la cena y ya no tendría que sentarse al lado de Nick.
Cogió su bolso y abrió la puerta. Nick estaba recostado en la pared de enfrente en el estrecho vestíbulo. Su chaqueta de esmoquin estaba abierta y sus manos metidas en los bolsillos del pantalón. Cuando la vio, se enderezó.
– Mantente lejos de mí, Nick-. Extendió una mano para mantenerle alejado.
La agarró del brazo y la apretó contra su pecho-. No puedo -dijo suavemente. La aplastó contra él y su boca apresó la de ella en un beso fogoso que la dejó inmovilizada. Él sabía a pasión desenfrenada y vino caliente. Su lengua la acariciaba y tanteaba, y cuando se echó hacia atrás, su respiración era entrecortada, igual que si hubiera corrido unos kilómetros.
Delaney colocó una mano encima de su corazón que latía desenfrenado y lamió el sabor de él de sus labios-. No podemos hacer esto aquí.
– Tienes razón-. La agarró del brazo y la arrastró por el vestíbulo hasta que encontró un pequeño almacén para ropa sin cerrar con llave. Una vez dentro, la presionó contra la puerta cerrada, y Delaney tuvo un vislumbre de toallas blancas y cubos de fregona antes de él se pusiese delante. Besándola. Tocándola donde fuera que sus manos quisieran. Las palmas de sus manos se deslizaron hacia arriba por los pliegues de su camisa hasta rodear su cuello, y metió los dedos a través de su pelo. El beso comenzó como un ardiente frenesí que nutría bocas, labios y lenguas. Se devoraron el uno al otro. El bolso cayó al suelo y ella presionó sus hombros. Se quitó las pequeñas chinelas del terciopelo de sus pies y se puso de puntillas. Como una completa libertina, enganchó una pierna sobre su cadera y se frotó contra la presión hinchada de su erección.
Un intenso gemido de placer surgió desde lo más profundo de la garganta de Nick, y se echó hacia atrás para mirarla directamente a los ojos con la lujuria reflejado en los suyos-. Delaney, -dijo con voz ronca, luego repitió su nombre como si realmente no pudiera creer que ella estaba con él. Besó su cara. Su garganta. Su oreja-. Dime que me deseas.
– Lo hago, -murmuró ella, apartándole la chaqueta de los hombros.
– Dilo-. Él se quitó la chaqueta y la lanzó a un lado. Luego sus manos fueron a sus pechos, y le rozó los duros pezones sobre el vestido de terciopelo y el sujetador de seda-. Di mi nombre.