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– No la llamé. Sólo apareció, y no tuvimos relaciones sexuales.

– Vi que las ibais a tener.

– No pasó nada. Y no iba a pasar nada. Viste lo que yo quería que vieras, pensaste lo que quise que pensaras.

Ella levantó su mirada a la de él-. ¿Por qué?

Él aspiró profundamente-. Porque te amo.

– No tiene gracia.

– Lo sé. Nunca he amado a ninguna mujer más que a ti.

No lo creyó. No podía creerle y arriesgar su corazón otra vez. Dolía demasiado cuando se lo rompía-. No, te gusta confundirme y volverme loca. En realidad, no me amas. No sabes lo que es el amor.

– Bueno, creo que lo sé-. Bajó las cejas y dio un paso hacia ella-. Te he amado toda mi vida, Delaney. No puedo recordar un día en que no lo hiciera. Te amaba el día que prácticamente te dejé inconsciente con una bola de nieve. Te amaba cuando pinché la rueda de tu bicicleta para poder acompañarte a casa. Te amaba cuando te ví escondida detrás de las gafas de sol en el Value Rite, y te amaba mientras estabas colgada por ese hijo de puta perdedor de Tommy Markham. Nunca olvidé el olor de tu pelo o la textura de tu piel desde la noche que te subí al capó de mi coche en Angel Beach. Así que no me digas que no te amo. No me lo digas – Su voz tembló y la señaló con el dedo-. No me digas nada de eso.

Delaney parpadeó y se clavó las uñas en los brazos. No quería creerle, pero al mismo tiempo, quería creer en él más de lo que quería vivir. Quiso al mismo tiempo lanzarse a sus brazos y machacarlo a puñetazos-. Esto es totalmente típico de ti. Cuando ya me tienes convencida de que eres un enorme imbécil, quieres que piense que no lo eres-. Una lágrima cayó de sus ojos y se la quitó con el dorso de la mano-. Pero realmente eres un imbécil, Nick. Me rompes el corazón, ¿y ahora crees que puedes venir aquí y decirme que me amas y s-se supone que tengo que olvidarlo todo?- Terminó antes de perder el control y echarse a llorar.

Nick pasó sus brazos alrededor de ella y la retuvo contra su pecho. Ella no lo sabía, pero no tenía ni la más mínima intención de dejarla ir. No ahora. Jamás-. Lo sé. Sé que he sido un imbécil, y no tengo ninguna excusa. Pero tocarte y amarte, y pensar que planeabas dejarme, me sacó de quicio. Después de que hiciéramos el amor la segunda vez, comencé a pensar que tal vez quisieras quedarte conmigo. Comencé a pensar en nosotros despertando juntos todos los días durante el resto de nuestras vidas. Incluso pensé en niños y tomar algunas de esas clases de respiración cuando te quedases embarazada. Tal vez comprar un monovolumen. Pero entonces Gwen llegó a su casa, y le dijiste que te irías, y pensé que había estado fantaseando otra vez. Tuve miedo de que realmente te fueras, así que hice que me dejaras antes. Pero no pensé que te marcharías del pueblo-. Desde dentro de su chaqueta de cuero ella inhaló por la nariz pero no habló. Ella no le había dicho que lo amaba y él se sentía morir por dentro-. Por favor di algo.

– ¿Un monovolumen? No te pega nada un monovolumen.

No era exactamente lo que él esperaba, pero tampoco era mala señal. No lo había mandado al infierno-. Te compraré lo que sea que quieras si me dices que me amas.

Ella lo contempló. Sus ojos estaban mojados y su maquillaje corrido-. No tienes que sobornarme. Te amo tanto que no puedo pensar en nada más.

El alivio lo inundó y cerró los ojos-. Gracias a Dios, tenía miedo que me odiaras para siempre.

– No, ese ha sido siempre mi problema. Nunca te pude odiar aunque debería haberlo hecho, -dijo con un suspiro y metió sus dedos entre su pelo corto-. ¿Por qué te cortaste el pelo?

– Me dijiste una vez que me lo cortara-. Le limpió las lágrimas con los pulgares-. Pensé que podría ayudar a convencerte.

– Te queda bien.

– Eres maravillosa-. la besó suavemente, saboreando sus labios. Su lengua entró en su boca y tocó la suya con una suave caricia que tenía intención de drogarla mientras le cogía la mano izquierda y le deslizaba un solitario con un diamante de tres quilates en el dedo anular.

Ella echó para atrás y bajó la vista hacia su mano-. Podías preguntarme.

– ¿Y darte la oportunidad de que me digas que no? Ni de coña.

Delaney negó con la cabeza y le devolvió la mirada-. No te diré que no.

Él aspiró profundamente-. ¿Te casarás conmigo?

– Sí-. Ella envolvió los brazos alrededor de su cuello y le besó la garganta-. Ahora llévame a casa.

– No sé donde vives.

– No. Quiero decir a Truly. Llévame a casa.

– ¿Estás segura?- preguntó él, sabía que no la merecía, ni la felicidad que inundaba su pecho pero iba a agarrar todo con las dos manos-. Podríamos vivir donde quieras. Puedo traer el negocio de vuelta a Boise si quieres.

– Quiero ir a casa. Contigo.

Él retrocedió un poco para leer en sus ojos-. ¿Qué puedo darte viendo todo lo qué me has dado?

– Sólo ámame.

– Eso es muy fácil.

Ella negó con la cabeza-. No, no lo es. Ya has visto la pinta que tengo por las mañanas-. Extendió la mano sobre su pecho y estudió su dedo-. ¿Qué puedo darte yo? Obtengo un tío realmente guapo y que está para comérselo por la mañana, y también un gran anillo. ¿Qué ganas tú?

– Tengo lo único que quise siempre-. La abrazó y sonrió-. A ti, Fierecilla.

RACHEL GIBSON

***