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Con pasión, no había nada imposible. Un ejemplo de ello era la película que acababan de terminar y muchas de las cosas que les habían sucedido en la vida. Ambos habían sobrevivido a tragedias y a decepciones, como la muerte de la esposa de Phillip o el fracaso del matrimonio de Tanya. Pero lo habían superado y habían sobrevivido. A partir de ahí, todo debía ser más fácil.

Al día siguiente, les explicaron sus planes a los chicos y todos ellos los encontraron fantásticos. Megan decidió que le apetecía ir a Italia con Molly, sobre todo teniendo en cuenta que Phillip y Tanya tendrían una casa cerca en la que vivir. Jason, por su parte, no se sentía demasiado molesto porque se marcharan. Comentó que les visitaría durante las vacaciones de primavera y las de verano y añadió que llevaba mucho tiempo deseando hacer un viaje por Europa con sus amigos. Todos estaban emocionados, aunque también un poco sorprendidos por la nueva relación entre Phillip y Tanya. Pero cuanto más pensaban en ello, más ilusión les hacía. A Jason, Megan y Molly, Phillip les parecía un tipo fantástico.

La mejor prueba de la alegría general la dio Isabelle al saber que Tanya se quedaría con ellos en Inglaterra hasta las vacaciones de Acción de Gracias. Con gran pragmatismo, comentó:

– Estupendo. Así podrás peinarme como es debido para ir al cole, como mi mamá. Papá no sabe hacer coletas.

– Lo haré lo mejor que pueda -prometió Tanya.

Todos se miraban los unos a los otros y charlaban animadamente sobre los planes para el futuro. Se sentaron a cenar imaginándose la casa que alquilarían en Italia, discutiendo los planes universitarios de Molly y Megan, las coletas de Isabelle, la película que Phillip y Tanya harían. Rupert se acercó sigilosamente a Jason con una sonrisa picara. Para el niño, Ja son era lo más parecido a un hermano que podía tener y le hacía mucha ilusión estar con él.

– Me parece un poco de locos todo esto, ¿no? -comentó encantado de hacerse el hombrecito-. Pero a lo mejor funciona.

– Estoy de acuerdo -respondió Jason sonriéndole.

Era un niño encantador y tenía razón. No había motivo alguno por el que no pudiera funcionar. Con la suficiente dosis de amor y suerte, había muchas posibilidades de que saliera bien.

Capítulo 26

Finalmente, Phillip y Tanya no viajaron a Italia hasta finales de enero, cuando comenzaba el semestre de Molly y Megan en la Universidad de Florencia. En octubre habían encontrado una casa en las afueras de la ciudad, en perfecto estado, amueblada y suficientemente grande para todos. Solo tenían que llegar e instalarse. Phillip, Rupert e Isabelle pasaron la Navidad con Tanya y su familia en Marin. Los pequeños todavía creían en Papá Noel, así que la Navidad volvió a cobrar un aire infantil. Las chicas les ayudaron a preparar las galletitas y la leche para Santa Claus y zanahorias y sal para los renos. En el último momento, Rupert decidió añadir una cerveza.

En Inglaterra, el director del colegio les había permitido cogerse un mes de vacaciones, siempre y cuando se comprometiesen a llevarse un montón de deberes a California y hacerlos. En enero, Jason regresó a la Universidad de Santa Bárbara y las chicas se quedaron todo el mes en casa para preparar su semestre en Italia. Tanya las obligó a que estudiasen un curso elemental de italiano en una academia de idiomas, para que pudieran defenderse un poco al llegar. Ella hizo lo mismo, pero Phillip aseguró que él prefería aprender la lengua en la calle.

Pero la verdadera razón por la que retrasaron el viaje fue porque querían asistir a la entrega de los Globos de Oro. Eran los premios de cine y televisión que concedía la prensa extranjera. No era una garantía absoluta, pero la película que ganaba el Globo de Oro solía hacerse tres meses después con el Oscar.

La película, que en honor a su fallecida esposa había rodado Phillip con el guión de Tanya, se había estrenado a finales de diciembre y estaba nominada al Globo de Oro a la mejor película. Phillip y Tanya querían asistir a la entrega, acompañados por todos sus hijos.

A diferencia de los Oscar, que se celebraban en un teatro, la entrega de los Globos de Oro se organizaba como una gala benéfica y los nominados e invitados se sentaban en mesas de doce personas. Era un acto muy divertido y siempre era emocionante ver quién se hacía con los galardones. Tanto Phillip como Tanya era la primera vez que asistían y para ellos había sido una sorpresa increíble descubrir que la película había sido nominada. Para Phillip suponía el cénit de su carrera. No era lo mismo para Tanya, que, al fin y al cabo, ya había ganado un Osear el año anterior, pero estaba tan entusiasmada como él, y muy emocionada.

El día de la entrega fueron en avión hasta Los Angeles con Rupert, Isabelle, Molly y Megan. Jason iría en coche desde Santa Bárbara y se reuniría allí con ellos. Se alojaban en el hotel Beverly Hills y todos estaban enormemente emocionados. En San Francisco habían comprado vestidos y un esmoquin para Phillip. Tanya se encargó de comprar la ropa de los más pequeños: un traje para Rupert en Brook's Brothers y un vestido de terciopelo negro para Isabelle. La niña estaba encantada y se lo había probado ya mil veces con sus botas de charol Mary Janes traídas desde Inglaterra.

Tanya había pedido dos bungalows, uno para ellos y otro para todos los chicos. Había solicitado específicamente que no le dieran el bungalow 2, pero finalmente Phillip y Tanya tuvieron que alojarse precisamente en ese y los niños en la suite presidencial. Creyeron que se trataba de un error, pero lo cierto fue que el hotel había considerado que el bungalow 2 era demasiado pequeño para los cinco chicos y, para su comodidad, había hecho el cambio con las mejores intenciones. De hecho, era mejor que tuvieran tres habitaciones, para evitar que estuvieran chocando los unos con los otros mientras se vestían, para que Isabelle y Rupert durmieran juntos y para que Jason tuviera una habitación para él solo.

Tanya entró en el bungalow 2 con el corazón encogido. No podía pensar en otra cosa que en la última vez que había estado allí: el día que había descubierto a Gordon con la actriz en la cama y la desagradable escena que se produjo a continuación. Antes de aquello, su relación con Douglas había terminado en la puerta de aquel bungalow y su matrimonio con Peter había empezado a hacer aguas cuando su marido la había visitado precisamente en aquel mismo lugar. Quizá había empezado todo antes, pero Tanya todavía podía acordarse perfectamente de la cara de Peter cuando, tras pasear la mirada por aquel bungalow, vaticinó que después de aquello ella nunca volvería a su vida anterior. Al final, Peter estaba equivocado. Él la había dejado y Tanya, al fin y al cabo, había regresado a casa.

Ahora volvería a marcharse, probablemente para bien. Iba en busca de una nueva vida, una vida que compartiría con Phillip en Italia, y quizá, algún día, en Inglaterra. No habían decidido dónde querían vivir y todavía tenían que comprobar que volaban bien juntos. Desde luego, hasta la fecha y después de dos meses en Inglaterra y tres meses más en Marín, todo iba estupendamente bien. Además, les quedaba un año entero en Italia. La aventura no había hecho más que empezar.

La voluntad de Tanya de evitar el bungalow 2 obedecía a que consideraba que había estado en él con demasiados hombres. En él había escrito tres películas, había llorado la pérdida de Peter, se había alejado de Douglas y había retozado con Gordon durante el tiempo que duró aquella divertida pero breve historia. No quería compartir con Phillip una habitación en la que había estado con tres hombres diferentes.

Al entrar en la habitación se sintió desfallecer. Al instante sintió que la atacaban los fantasmas. Aquel espacio había sido testigo de demasiadas etapas de su vida. Pero el hotel no tenía otra habitación que ofrecerle, así que no había opción.