Victoria asintió y por primera vez comprendió que su relación provocaría un gran escándalo. Además, su padre se llevaría un buen disgusto, pero con el tiempo quizás atendiera a razones. No era necesario que contrajeran ma- trimonio de inmediato. En realidad no le importaba no casarse con él siempre y cuando pudieran estar juntos. La situación se volvería más difícil cuando tuviera que regresar a Croton, pero podría visitarla con frecuencia. De hecho, sería incluso mejor verse allí, pues disfrutarían de mayor intimidad. Le maravillaba pensar cómo podía cambiar la vida de una persona en cuestión de unos días.
Toby le preguntó de pronto por su hermana gemela y se rió con algunas de las historias que la joven le contó. Victoria no sabía qué hora era, y tampoco le importaba, sólo quería estar con él. Mientras conversaban, Toby le sirvió más champán y empezaron a besarse. Le desabotonó la blusa, y Victoria protestó, pero él la acalló con sus labios. La muchacha quedó sorprendida por la fuerza de su propio deseo cuando Toby comenzó a besarle los pechos, y gimió de placer. Luego se miraron a los ojos y supieron que sus vidas habían cambiado para siempre. Victoria estaba dispuesta a compartirlo todo con ese hombre. Él le quitó la ropa despacio y después la cogió en brazos para llevarla al dormitorio, donde, con gran dulzura, la hizo suya.
Horas después, mientras yacía entre sus brazos, Victoria se sorprendió de lo que acababa de hacer, pero no tenía miedo. Confiaba plenamente en él, le había dado todo lo que tenía, era suya para siempre. Al cabo de unos minutos quedó dormida.
Eran las cinco de la tarde cuando la despertó. Debían marcharse, pues no quería causarle problemas en casa. Victoria sintió un dolor físico al tener que separarse de él. Se vistió en silencio mientras él Ia observaba maravillado por la belleza de su cuerpo y la gracilidad de sus movimientos. Era un hombre afortunado por haberla conocido.
– No dejaré que te arrepientas de quererme -afirmó cuando se encaminaban hacia el coche.
Sin embargo Victoria no se arrepentía del paso que había dado. Se sentía feliz de haber unido sus destinos para siempre.
Toby la dejó conducir un rato y se sobresaltó varias veces por las imprudencias que cometía. Reían y cantaban como dos chiquillos que van a la deriva en un pequeño bote, ignorantes del peligro que corrían.
– Te quiero, Toby Whitticomb -declaró Victoria cuando detuvieron el automóvil a tres manzanas de su casa.
– No tanto como yo a ti. Algún día serás mía, ya lo verás, aunque no te merezco.
– Ya soy tuya -susurró, y le besó en la mejilla antes de apearse.
Le dijo adiós con la mano, y Toby la siguió con la mirada hasta que desapareció de su vista. Al día siguiente se reunirían de nuevo y regresarían a la pequeña casa, que ahora era de los dos.
CAPITULO 6
Octubre fue un mes de frenética actividad para la familia Henderson. Edward estaba a punto de cerrar un acuerdo comercial muy importante y acudía todos los días al despacho de John Watson para reunirse con banqueros y abogados.
Olivia había trabado amistad con varias jóvenes con quienes se citaba para comer y tomar el té. También Victoria estaba invitada pero, con la excusa de que debía acudir a conferencias y reuniones de las sufragistas, pocas veces las acompañaba. Su hermana presentía que seguía viendo a Toby Whitticomb en secreto, aunque no habían vuelto a hablar del tema, y estaba preocupada. Notaba los cambios que había sufrido su gemela y adivinaba que estaba muy enamorada, pero poco podía hacer al respecto.
Los Henderson continuaron asistiendo a conciertos y al teatro y, a petición de su padre, Olivia organizó dos cenas más, a una de las cuales asistió Charles Dawson, aunque en esta ocasión pasó la mayor parte de la velada hablando de negocios con Edward. En cualquier caso estaba demasiado preocupada por su hermana. En los últimos días apenas hablaban, se había alzado entre ellas un muro que no lograba traspasar. Cada vez que se lo comentaba a Victoria, ésta insistía en que eran imaginaciones suyas, que nada había cambiado.
Olivia deseaba volver a Croton lo antes posible y recuperar a su hermana, que cada vez se mostraba más distante. Sin embargo, a finales de octubre Edward Henderson les comunicó que no regresarían hasta el día de Acción de Gracias. Estaba ultimando la venta de la acería y por otro lado pensaba que era bueno para ellas estar en Nueva York, pues así tendrían la oportunidad de hacer amigos y, quién sabía, añadió con un guiño, encontrar marido. Era evidente que las jóvenes disfrutaban de su estancia en la ciudad. Olivia seguía siendo la misma, pero había perfeccionado sus habilidades y se había convertido en una anfitriona perfecta. Victoria, por su parte, parecía haber alcanzado su plenitud, y todos notaban que se había vuelto más sofisticada. Olivia también lo advertía, por supuesto, pero había llegado a la conclusión de que actuaba así para atraer a Toby.Victoria no había explicado nada a nadie, y mucho menos a su hermana, que ignoraba que cada día salía a escondidas con T oby para dirigirse a la casa de las afueras. Aun así intuía que su relación era cada vez más estrecha, y la actitud de Victoria, que la evitaba siempre que podía, sólo contribuía a alimentar sus sospechas.
– ¿No te has cansado todavía de nuestra ciudad? -preguntó Charles a Olivia una tarde en que acudió para conferenciar con Edward.
La joven había entrado en el despacho para servir el té y, dado que ya había concluido la reunión, su padre le pidió que se quedara con ellos.
– Quizás un poco -respondió con una sonrisa-. Me gusta la vida de aquí, pero echo de menos el cambio de estación en Croton.
– Volveremos pronto -afirmó su padre, que agradecía la ayuda que su hija le había prestado.
– Me encantaría que nos visitaras algún día y trajeras a Geoffrey -comentó la muchacha a Charles. Le apenaba no haber conocido todavía a su hijo.
– Por supuesto.
– ¿ Monta a caballo? -El abogado negó con la cabeza-. Si le apetece, le enseñaré.
– Estoy seguro de que le gustaría mucho.
– Por cierto, ¿dónde está tu hermana esta tarde? -preguntó Edward.
– Con unos amigos, o en la biblioteca. No lo sé a ciencia cierta. Llegará en cualquier momento.
– Sale mucho últimamente,-comentó el hombre con una sonrisa, pues le complacía que sus hijas disfrutaran de su estancia en Nueva York.
Cuando unos minutos después Charles salió de la casa, se cruzó con Victoria en la escalera de la entrada, pero no vio el coche que se alejaba a toda velocidad. Conversó con ella un momento y percibió un brillo extraño en su mirada, así como una expresión soñadora. Una vez más le sorprendió cuán diferente era de su gemela, a pesar del gran parecido que guardaban. Cuando se despidió de la joven, siguió pensando en las hermanas mientras se dirigía a su hogar. Los Henderson se marcharían el día de Acción de Gracias y enseguida llegaría la Navidad, una época muy triste para él. El año anterior las fiestas sin Susan habían sido un tormento.
Esa noche los Henderson asistieron a un concierto en el Carnegie Hall, donde coincidieron con varios conocidos, entre ellos Toby Whitticomb, que compartía un palco con unos amigos y había acudido sin su mujer. Alguien dijo haber oído que estaba enferma, ante lo cual un tercero rió y afirmó que lo que ocurría era que Evangeline estaba otra vez encinta. Victoria sonrió para sus adentros. Sabía que era imposible. Toby pensaba dejar a su esposa en un futuro muy cercano. Quizás habían decidido que era mejor que esa noche saliera él solo, pero cualquiera que fuera la razón de su ausencia Victoria y su amante cruzaron miradas durante toda la velada. Esta vez su padre sí se percató, pero no hizo ningún comentario. Albergaba la esperanza de que T oby Whitticomb no hubiera seleccionado a su hija como su próxima víctima.