– ¿ Cómo te encuentras? -preguntó, ansioso por tocarla, mientras seguía protegiéndola del viento y la lluvia.
– Muy bien -sonrió, y él le acarició la mejilla, aunque sabía que no debía hacerlo
– ¿Me ayudas a levantarme?
– No creo que debas. Robert no tardará en llegar con el coche de caballos.
– No quiero que mi padre se preocupe.
– Todos estamos preocupados por ti, de modo que te agradecería que tengas más cuidado en el futuro.
Geoffrey no necesitaba otra tragedia en su vida, y él tampoco. Mientras la miraba, no sabía si reñirla o besarla.
– Estoy bien.
– Ya lo veo. -Charles sonrió, e intercambiaron una mirada cargada de significado.
De pronto Olivia se olvidó de todo cuanto le rodeaba, menos de él. Sólo existía el presente, ese momento en que yacía en el suelo con la mano de Charles en la mejilla. Sin embargo no se permitió entregarse a sus fantasías.
– ¿Cómo está mi caballo? -inquirió.
– Tus prioridades me espantan. El animal está bien, mucho mejor que tú.
Olivia intentó incorporarse, pero no lo consiguió, pues le dolía la cabeza. Al cabo de unos minutos Robert llegó con el coche de caballos, y por un instante Charles tuvo la tentación de ocultarla de su vista; quería quedarse con ella para siempre. Ambos sabían que ese momento jamás se repetiría, nunca lo mencionarían, tenían que olvidarlo.
– ¿Cómo se encuentra? -preguntó el caballerizo.
– Mejor, creo.
Charles la cogió en brazos como si fuera una muñeca y la depositó sobre el asiento. Olivia emitió un gemido de dolor. No parecía tener ningún hueso roto, pero había sufrido una fuerte contusión. Charles se sentó frente a ella mientras Robert ataba su caballo al carruaje. Miró a Olivia en silencio, deseaba decirle muchas cosas, pero no podía, no tenía sentido, era demasiado peligroso. Ya había escogido un camino que no representaba ninguna amenaza para él, pues el suyo sería un matrimonio de conveniencia. Olivia era como un fuego que podía quemarle el corazón, mientras que Victoria no era más que chispas y sensualidad. Anhelaba a Olivia, pero ya había perdido a una persona como ella una vez y no quería que volviera a ocurrirle. La joven pareció leer sus pensamientos y asintió al tiempo que le tendía la mano. Charles tomó sus helados dedos en la suya.
– Lo siento -musitó.
Olivia sonrió y se reclinó en el asiento con los ojos cerrados. Era como un sueño. Charles junto a ella, la tormenta, el niño…Todo resultaba demasiado complicado.
Pronto llegaron a casa, donde Victoria, Bertie y su padre les aguardaban con el médico. La trasladaron a la cama y Victoria se sentó a su lado. Olivia insistió en ver a Geoffrey y, con la intención de tranquilizarle, le dijo que había sido una irresponsabilidad por su parte salir con semejante tiempo. El chiquillo prometió visitarla pronto y le dio un beso antes de salir de la habitación. Cuando se hubo marchado, Olivia dijo a su hermana:
– Tienes que quererle, Victorioa. Inténtalo…te necesita.
Al cabo de unos minutos Olivia se quedó dormida. Le habían administrado un somnífero para que descansara, y pronto comenzó a navegar por el mundo de los sueños. Estaban todos en un barco, Victoria vestida de novia, al Iado de Charles, que le susurraba algo. Geoff se encontraba junto a ellos, cogido de la mano de Susan, que observaba a la pareja…De pronto se hizo el silencio.
Olivia despertó a las doce del día siguiente con un terrible dolor de cabeza, era como si no hubiera dormido en toda la noche. Victoria le comunicó que los Dawson ya se habían marchado. Geoffrey había cortado unas flores para ella, y Charles había dejado una nota para desearle una pronta recuperación. Olivia pensó en él y se preguntó si lo que había leído en su rostro había sido un sueño; a veces era difícil diferenciar los sueños de la realidad.
– Menudo golpe te diste en la cabeza -comentó Victoria mientras le servía una taza de té.
– Debió de ser muy fuerte, porque he tenido unos sueños muy raros.
– No me extraña. El médico dice que estarás mejor dentro de unos días. Sólo necesitas descansar.
Victoria, que quería a su hermana más que a nadie en el mundo, permaneció todo el día sentada a su lado, observándola, acariciándole el cabello, hablándole cuando despertaba. Al final de la semana Olivia por fin se puso en pie y comprendió que los fantasmas que la habían visitado esos días no eran más que fruto de su imaginación. Había llegado a ver a Charles junto a ella, acariciándole la cara…
– ¿Te encuentras mejor? -preguntó Victoria mientras la ayudaba a bajar por la escalera para cenar con su padre.
– Mejor -mintió Olivia, que estaba empeñada en recuperarse lo antes posible-. Ahora tenemos que pensar en tu boda.
Estaba decidida a cumplir con sus tareas a pesar de los sentimientos que le inspiraba el prometido de su hermana.
– Tienes buen aspecto -exclamó su padre cuando entraron en el comedor.
Olivia se alegró de verle y librarse por fin de los sueños que habitaban su dormitorio.
– Gracias -respondió con voz queda al tiempo que tomaba asiento.
CAPITULO 11
Charles estaba demasiado ocupado para poder regresar a Croton. En cualquier caso Olivia tenía pensado ir a Nueva York hacia finales de febrero con el fin de escoger detenidamente el vestido de su hermana, y Victoria había aceptado de buen grado acompañarla, aunque estaba más interesada por las noticias que Ilegaban procedentes de Londres, donde, tras su liberación, Emmeline Pankhurst había podido organizar un ataque contra el despacho del ministro del Interior en el que rompieron todas las ventanas; luego, con la ayuda de sus compañeras incendió el Lawn Tennis Club en nombre de la libertad de la mujer
– ¡Bien por ellas! -exclamó Victoria al oír la noticia. Desde el anuncio de su compromiso se había vuelto más feminista.
– ¡ Victoria! -protestó Olivia, que desaprobaba el uso de la violencia-. Es repugnante, ¿ cómo puedes defender actos como ésos? -Sabía que habían encarcelado a una de las Pankhurst por utilizar explosivos.
– Es por una buena causa, Olivia. La guerra no es agradable, pero a, veces es necesaria. Las mujeres tienen derecho a reclamar su libertad.
– No seas ridícula, hablas como si fuéramos animales de circo enjaulados.
– ¿Nunca has pensado que es eso lo que somos? Animales de compañía para los hombres; eso sí es repugnante.
– Te suplico que nunca digas algo así en público.
Era inútil discutir con Victoria, pues tenía ideas muy radicales sobre los derechos de las mujeres y el sufragio universal. Por otro lado, no mostraba gran interés por los preparativos de la boda. De hecho había pedido a Olivia que escogiera ella el traje de novia e incluso que fuera a comprarlo sola.
– Eso trae mala suerte. Además, es aburrido -replicó su hermana, que a veces sentía deseos de estrangularla.
Como siempre, era ella quien se encargaba de organizarlo todo. Apenas había conseguido sonsacar a Victoria algunos nombres para la relación de invitados, mientras que Charles había mandado su lista con gran celeridad. La componían unas cien personas -si ellos estaban de acuerdo-, básicamente amigos y compañeros de trabajo, pues no tenía familia. Los de Edward sumaban más de doscientos, y los de las chicas, unos cincuenta. En total eran cuatrocientos, de los cuales Olivia estaba segura de que asistirían unos trescientos, pues algunos de los invitados eran de edad avanzada o vivían lejos.
La ceremonia se celebraría en Croton-on-Hudson, y el banquete tendría lugar en Henderson Manor. Geoffrey llevaría los anillos, y Olivia sería la dama de honor, pues Victoria se negaba en redondo a tener más.