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Aidan sentía su rabia edificarse a un nivel increíble. No había forma en el infierno en que fuera a dejarla morir por su culpa. Echó la cabeza hacia atrás y rugió con la ferocidad de todo lo que sentía.

La adrenalina bombeando, se ordenó a sí mismo despertarse.

Donnie aún apretaba la cuerda.

– ¡Leta! -gritó Aidan.

La cara se le estaba poniendo azul mientras luchaba por respirar. Él extendió la mano para tocarla, pero ya era demasiado tarde.

Leta se desplomó en los brazos de Donnie.

CAPITULO 8

Aidan se despertó con el sabor de la amarga rabia en la lengua. Cuando oyó la lucha fuera del dormitorio, su ira creció a un nivel estelar.

– Leta -gruñó, tirándose hacia la puerta. La abrió con fuerza para verla en el suelo a los pies de Donnie.

Sin detenerse, se zambulló hacia su hermano, agarrándolo por los hombros antes de caer al suelo. Su mirada se volvió roja, Aidan le pegó con toda su alma, una y otra vez. Donnie trató de quitárselo de encima, pero no lo conseguía. Estaba harto de la mierda de su hermano.

– Te odio -gritó Donnie.

– El sentimiento es mutuo -dijo Aidan un instante antes de golpear la cabeza de Donnie contra el piso de pizarra tan duramente como pudo. La sangre estalló sobre el piso de madera. La sangre de su hermano debería haberlo apaciguado. Pero no.

Y cuando miró a los ojos dilatados de su hermano que eran exactamente iguales a la sombra de los suyos, Aidan quiso llorar.

¿Cómo habían llegado a esto? ¿Cómo?

Ese momento de debilidad le costó mientras Donnie le pateó. Su hermano le asió por los hombros y rodó hasta que Aidan estuvo sujeto en el suelo. No había compasión en los ojos de Donnie mientras llovían golpes sobre Aidan.

– ¿Cómo puedes? -demandó Aidan furiosamente mientras bloqueaba la mayor parte de los golpes.

– Porque te odio, pedazo de mierda. Conseguiste todo lo que debería haber sido mío. ¡Todo! Las miradas, el dinero, la amiga caliente. No es justo que tú tengas tanto y para mí tan poco.

Eso no era verdad. Donnie había sido más guapo que Aidan cuando habían sido jóvenes. Donde Aidan había sido flaco y tuvo que trabajar para ganar tono muscular, Donnie siempre había sido naturalmente musculado. Donnie había sido el único en casarse y tener una familia. Tracy sólo le había abandonado porque la había engañado. En cuanto al dinero, Donnie podría haber tenido eso también, pero más que empezar un negocio por si mismo, había estado contento con el salario constante de un instalador de cable. Buen dinero que había gastado en drogas, alcohol y strippers, las cuales habían causado la ruptura de su matrimonio.

– Estás loco.

– Sí y tú eres un idiota. ¿Tienes alguna idea de lo es mirar la lujuria de tu esposa por tu hermano pequeño? ¿Escucharla cantar sus elogios por tu hermano y que no llegas a su altura?

¿De qué estaba hablando? Tracy nunca lo había visto como nada más que un hermanito. La esposa de Donnie apenas había hablado con él el puñado de veces que había estado a su alrededor

– Tú me robaste a Heather.

– No -dijo Donnie amargamente-. La ramera todavía te quería después de que enrolláramos. Todo de lo que podía hablar era acerca de ti y cuan guapo eras. Cuanto dinero habías hecho y todos los grandes lugares donde la habías llevado cuando os citabais. Como no podías salir sin ser asaltado por la gente que te quería. Estaba obsesionada contigo al igual que Tracy. Es por lo que le ofrecí su alma a Dolor primero.

Aidan estaba tan aturdido por las palabras que permitió que Donnie le diera un puñetazo sólido en la mandíbula. El probó sangre antes de patearlo.

– ¿Qué?

Donnie se agarró. Se paró ante Aidan con los labios torcidos, apretando y aflojando los puños.

– Jodida puta quejica. La única razón por la se vino conmigo fue para herirte. Yo no le importaba. Solo quería que creyeras que había alguien aquí que no te encontraba irresistible. Ella pensaba que irías arrastrándote detrás de ella, rogándole que volviera contigo. Así que entré en la cárcel, le corté la garganta y usé su sangre para despertar a Dolor.

Aidan maldijo. Con el corazón desolado, se apresuró hacia Donnie y lo agarró con una llave de cabeza. Miró a Leta en el suelo que parecía estar respirando más fácilmente que antes. Quería comprobarlo, pero sabía que era mejor que no lo intentara. Donnie no le permitiría acercarse a ella hasta que él no estuviera a cargo.

Aidan apretó su asidero en el cuello de Donnie.

– ¿Cómo pudiste matar a Ronald? ¡Era tu hijo!

– Puede haber sido de mi sangre, -dijo en tono abrasivo-, pero no era mi hijo. Te quería más que a mí. Siempre lo hizo. Mi casa no era tan chula como la del tío Aidan. Mi dinero no era tan bueno. Quería disculparse ante ti. Decirte cuan arrepentido estaba por todo lo que habíamos hecho. Dijo que no teníamos derecho a herirte, así que le dije a Dolor que se lo llevara y usara su cuerpo para llegar a ti.

Aidan se sentía enfermo con sus palabras. ¿Cómo podría haber sido su hermano reducido esto?

– Te quiero, Donnie. Habría hecho todo en este mundo por ti -Su puño se aflojó mientras intentaba estirarse a través del odio para encontrar al hermano que una vez había conocido y querido.

– Entonces muere -Donnie giró con una patada que aterrizó duramente en las costillas de Aidan.

Aidan gruñó mientras recuperaba el equilibrio.

Donnie sacó un cuchillo de su bolsillo y lo volteaba abriéndolo. Aidan le agarró la muñeca antes de que Donnie pudiera hundírselo. Abrió la mano de Donnie y envió el cuchillo volando antes de darle un revés a Donnie y patearlo.

Aidan se burló de él.

– Nunca en mi vida pensé que era mejor que tú hasta ahora. Yo nunca podría haber herido a mi familia del modo en que tú lo has hecho. La lealtad es todo para mí. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Pero tú… tú no sabes como amar. Tus celos ni siquiera te dejarán reconocerlo cuando lo tengas. No puedo odiarte más, eres una excusa despreciable para un ser humano. Todo lo que puedo hacer es sentir compasión por ti.

Donnie chilló antes de correr hacia él.

Aidan lo agarró y lo arrojó al suelo.

– Eres patético.

Donnie se empujó hacia arriba.

– Tú eres el único patético. No tienes nada ahora.

– No es verdad. Tengo mi dignidad y a un millón de personas en el mundo que me quieren. La única cosa que tú tienes en tu vida es ira, amargura y una desconfianza que nunca vencerás. Todo lo que sabes hacer es envidiar a los demás. Nunca tendrás nada. Tu odio y avaricia no te lo permitirán.

Donnie se lanzó contra Aidan, pero antes de que lo pudiera alcanzar, Leta estaba allí entre ellos. Pateó a Donnie.

Aidan le besó la mano antes de dar un paso alrededor de ella.

– Gracias, Donnie, por permitirme reconocer y apreciar la amistad verdadera. Si no me hubieras atropellado, me habría casado con Heather y le hubiera permitido hacerme miserable durante el resto de mi vida, porque a diferencia de ti, no me alejo de las relaciones importantes. No les doy la espalda a las personas que amo. Infiernos, estuve a un paso de firmar mi propiedad entera sobre ella antes de casarnos. Más que eso, limpiaste mi jardín de todas las serpientes y me liberaste.

Miró a Leta y a Deimos.

– Ahora sé de quien puedo depender. Entiendo lo que es el amor verdadero y lo que significa poner a alguien más sobre mi propia pequeñez. Estoy agradecido a Dios de que seas tan despreciable y de que trataras de arruinarme, todo lo que hiciste hizo de mi vida un infierno mucho mejor. Gracias.

Donnie chilló y Aidan se rió.

En el momento en que lo hizo, Dolor alzó la mirada con un ceño.

Donnie hizo gestos al dios.

– ¡Mata al bastardo!

Aidan se reforzó para la pelea, pero no sintió que su ira se reavivara. Todo lo que sentía era compasión por el hermano que había permitido que sus celos insignificantes arruinaran su vida entera. Más que eso, los celos de Donnie le habían hecho matar a todas las personas que lo amaban.