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El estómago se le retorció con el pensamiento de lo que Donnie se había hecho.

No había más dolor dentro de él ahora. Ninguna amargura ni odio. Aidan no sentía nada excepto gratitud por no ser Donnie. Más que eso, estaba agradecido de que Leta le hubiera impedido convertirse en una sombra de su hermano.

Dolor, quien miraba exactamente como Donnie había hecho cuando Aidan se fue de casa para buscar su fortuna, dio un paso hacia delante. Aidan quería llorar por el hecho de que su sobrino estuviera muerto. Pero no había lágrimas. Otra vez, era compasión lo que sentía por Donnie. Por primera vez desde que Donnie le había atacado, no quería venganza.

Lo había superado.

– No luchas contra mí -gruñó Dolor.

Aidan sacudió la cabeza lentamente.

– Lucharé sólo por lo que importa -Miró sobre el hombro a Leta-. Su seguridad.

La mirada de Dolor siguió la suya hasta que descansó en Leta. La rabia le oscureció la frente. Dio un paso hacia delante, luego se congeló.

Aidan frunció el entrecejo mientras veía la lucha del dios, como si se contuviera en el sitio por alguna fuerza invisible. Dolor se estiró hacia él, y entonces se rompió en un polvo reluciente que cayó al suelo donde brilló.

Echó una mirada alrededor del cuarto, esperando que el dios se rematerializara.

Dolor no lo hizo.

Confuso, Aidan giró hacia Leta.

– ¿Qué ha sucedido?

– Se ha ido -dijo Deimos, sacudiéndose las manos contra los pantalones-. Lo has derrotado.

– ¿Cómo?

Leta habló en un tono callado.

– El dolor está aquí,

– agudo y claro.

– Aún así, debe desvanecerse,

– Y un nuevo camino debe hacer él. -Ella dio un paso hacia delante-. Eso es lo que Lyssa trataba de decirnos. Liberaste el dolor y la traición de dentro de ti… el temor… y lo dejó impotente para luchar contra ti.

– ¡No! -gritó Donnie, apresurándose hacia Aidan.

Aidan giró para encararlo, pero antes de que pudiera sintió un agudo dolor en su hombro. Volteó a su hermano sobre el brazo, y lo sujetó en el suelo. Fue sólo entonces que vio el cuchillo en la mano de Donnie. Con una mueca fiera, Aidan lo desarmó.

La furia lo agarró, pero no permaneció. Donnie no lo valía. No valía nada.

Deimos recogió el cuchillo del piso.

– ¿Quieres que lo mate por ti?

Aidan sacudió la cabeza.

– Quiero que viva con el conocimiento de que destruyó todo y a todos en su vida que lo amaban -Agarró la mano de Donnie mientras trataba de golpearlo y la sostuvo en el puño.

Donnie trató de escupir, pero Aidan lo eludió.

Aidan tragó el nudo de la garganta que lo estrangulaba. Aún después de todo lo que había pasado entre ellos, había todavía una parte de él que quería amar a Donnie… perdonarlo.

Pero al final, no pudo. Donnie nunca lo permitiría y lo sabía.

– Eras mi hermano, Donnie. Hubiera muerto por ti. Hubiera hecho en este mundo todo lo que me pidieras. Pero el problema es que no estarías satisfecho con eso. Tienes que tomar. Que Dios tenga misericordia de ti.

– No necesito tu compasión, gilipollas.

Esas palabras aplastaron cualquier misericordia que tuviera dentro de sí en lo que a su hermano concernía. Había gente allí fuera a la que ninguna cantidad de compasión o amor podía salvar y era tiempo de encarar el hecho de que Donnie era una causa perdida.

– Y no necesito basura en mi vida -Echó una ojeada a Leta-. ¿Alguna oportunidad de que el móvil funcione?

– ¿Sí, por qué?

– Porque quiero llamar a la policía para que vengan a sacar a este saco de mierda fuera de mi casa.

– ¡Esto no ha acabado! -gruñó Donnie.

Aidan sacudió la cabeza.

– Oh, sí, lo ha hecho. Vas a salir de aquí en unos pocos minutos y no pensaré nunca más en ti y en lo que has hecho. Realmente no me importas. No vales la sal de mis lágrimas o el poder del cerebro que me llevaría conjurar tu cara.

– No te dejaré descansar.

Aidan bufó.

– Créeme, dormiré bien de noche. Tengo los recursos y el derecho de luchar contra ti hasta el amargo final, por lo que más importa en… mi vida y… -miró a Leta-, mi corazón… estoy más allá de ti.

– Tú…

Deimos terminó sus palabras con una patada rápida a la cabeza que dejó a Donnie inconsciente.

– ¿Alguien más estaba aburriéndose con su mierda?

Leta levantó la mano.

Aidan se paró.

– ¿Lo mataste?

– Nah. A pesar mío, respira. Sigo diciéndote que deberías dejarme cortar unas pocas partes de su cuerpo.

– No. Lo quiero intacto para que lo único en que se pueda concentrar sea en lo que se ha hecho. Más pronto o más tarde sus mentiras se desvanecerán y verá la verdad. No soy quien lo ha herido. Él lo es.

Deimos pareció desilusionado por el hecho de que no podía matar a Donnie.

– Dado que esto parece estar superado, me iré y forzaré a Phobos para jugar otra serie conmigo. Hasta luego -Desapareció.

Aidan deja salir un aliento irritado bruscamente.

– No he tenido la oportunidad de agradecérselo.

– No te preocupes por ello. Los demonios odian los agradecimientos.

– ¿De verdad?

Ella asintió.

– Como otra persona que yo sé, que se incomoda siempre que es alabado.

Aidan sentía que una comisura de su boca se elevaba mientras la tiraba más cerca de él.

– Creo que lo he superado.

– ¿De verdad?

– Sí, pero sólo cuando viene de ti.

Ella le devolvió su sonrisa con una que le debilitó las rodillas.

– Convoqué a la policía hace un segundo. Estarán aquí en unos pocos minutos.

– Bien -Por lo menos fue lo que pensó hasta que se dio cuenta de algo-. ¿Qué va a pasarte ahora que Dolor se ha ido?

– Tengo que irme

El estómago de Aidan se encogió cuando un sentimiento enfermo lo atravesó.

– ¿Irte?

Ella miró a lo lejos como si fuera incapaz de encontrar su mirada.

– Soy una diosa, Aidan. No puedo permanecer en el reino humano. No pertenezco aquí.

El quiso rogarle que se quedara con él, pero no pudo. Ya le había contado porque no podía quedarse. Todos los ruegos le harían sentir mal por algo que ninguno de ellos podía evitar.

Como dijo, era una diosa.

Quizá podría llegar a ser mortal. Pero él no quería eso. Ella envejecería y moriría.

¿Cómo podría pedirle eso a alguien que era siempre joven y hermoso? Sería egoísta.

– Te perderé.

Leta tragó ante el dolor que oía en su voz. El trataba tan duramente de ser fuerte, pero por dentro estaba roto. Podía sentirlo.

El temor marcó su frente.

– ¿Estará Dolor allí, esperándote?

– No. Cuando falló en matarte y su cuerpo humano se desintegró, se volvió impotente. Ha vuelto al éxtasis ahora. Tomará otro sacrificio humano para volver a despertarlo -Por lo menos eso era lo que creía que le había sucedido. La verdad era que no lo sabía y no lo sabría seguro hasta que volviera a casa.

Aidan frunció el ceño.

– ¿Por qué tiene que tener un sacrificio humano para aparecer como un humano cuando tú no?

– Con la ayuda de Hades, yo lo maldije a ello. Mi pensamiento fue que nadie sería lo bastante vicioso para matar a alguien a quien amara para liberarlo. Pensé que había encontrado la manera de encerrarlo fuera del mundo humano para toda la eternidad.

Aidan miró a su hermano, que todavía estaba inconsciente en el suelo.

– Adivino que ambos sobreestimamos la humanidad de Donnie.

– Quizás, pero recuerda, nadie más en el mundo está tan enfermo como él.

– ¿Pero tu no estás realmente en este mundo, verdad?