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Charlotte miró a Erin, pensando que la pobre no iba a poder entenderla.

– O sea, que tú tampoco preferías a ninguno de los dos en especial, ¿no?.

– Por supuesto que sí- Charlotte mostró su anillo de compromiso. Estoy comprometida con Matt, ¿recuerdas?.

– Claro.

– Y…

Pero Erin no siguió escuchando porque los gemelos ya habían salido a la pista con Cecil.

Erin se fió en la cara de disgusto de Charlotte. Evidentemente seguía pensando que debía ser Matt quien estuviera desfilando con el toro.

Pero Erin no opinaba lo mismo. Mientras miraba atentamente los rostros de los gemelos, no dejó de agradecerle a Matt su gesto. En un momento dado, hasta se le saltaron las lágrimas.

Los pequeños llevaban a Cecil con la solemnidad que requería el momento.

Después de dar dos vueltas a la pista, los gemelos se dirigieron hacia las puertas del pabellón, donde os estaba esperando Matt para ayudarlos a meter a Cecil.

Erin sacó un pañuelo y se sonó la nariz, haciendo bastante ruido. De manera que Charlotte se apartó de ella, disgustada. Cosa que a Erin no le importó la más mínimo.

– Bueno- dijo, poniéndose en pie-, pues ya está. ¿vienes a felicitarlos?

– ¿Felicitar yo a los gemelos?.¿Estás bromeando?.

– También debemos felicitar a Matt.

– Ya, pero yo tengo que quedarme a ver desfilar a Bradley con su caballo.

En el camino de vuelta, los gemelos seguían impresionados pro lo que ha´bia pasado.

Todavía nos se lo podían creer. Y Erin no recordaba haberlos visto tan tranquilos como aquel día y los siguientes.

Como el desfile había sido televisado, Shanni lo había grabado, y un día ella y Wendy llevaron la cinta a la granja para comentarla. Todos vieron emocionados a los gemelos desfilando.

– Es un milagro- dijo Wendy, viendo a los críos allí sentados. ¿Cómo demonios lo has conseguido?.

Y Shanni tampoco daba crédito. Nunca había visto a los gemelos tan tranquilos.

– No he sido yo- les explicó Erin, algo preocupada. Ha sido Matt quien los ha transformado. Lo siguen a todas partes como si fueran su sombra.

– Parece que no lo dices muy contenta.

– Es que podría acabar siendo un problema.

– ¿Por qué?-preguntó Wendy. Quizá solo necesitaban estar al lado de alguien como Matt.

– Ya, pero es que Matt no va a estar siempre a su lado. Erin sacudió la cabeza y se quedó mirando a los chicos. Me preocupa qué pasará cuando nos tengamos que ir de aquí.

– ¿Y tú?

– ¿Qué quieres decir?

– ¿Y tú, Erin Douglas?- Wendy la conocía perfectamente y se había dado cuenta de lo mucho que le iba a costar también a ella abandonar aquella casa.

¿Qué pasará contigo cuando tengas que irte?

Durante las dos emanas siguientes, Charlotte apenas se pasó por allí, así que la granja se convirtió en un enorme patio de recreo para los gemelos.

Una vez Matt les había demostrado que podían confiar en él, se los había ganado del todo. Los chicos hicieron el trabajo de Sadie sin rechistar hasta que la perra se cansó de cojear y retomó su actividad habitual.

William y Henry obedecían a Matt en todo e, incluso a veces, cuando él no estaba, le preguntaban a Erin si él opinaría que algo que iban a hacer estaba bien.

En cuanto a Matt, era evidente que también estaba encantado con los gemelos. Cuando Erin los llelvaba a bañarse al río, él no solía tardar en aparecer por allí, con la excusa de que quería comprobar que todo iba bien.

La única que se mostraba preocupada con todo aquello era Erin, que no dejaba de repetirse que aquello solo duraría seis meses. En cuanto acabaran de reconstruir el hogar, tendrían que irse de allí y Matt se quedaría en manos de Charlotte.

Desde que habían vuelto de Lassendale, no habían vuelto a ver a la prometida de Matt, aunque él sí había ido a cenar con ella un par de veces. Así que Erin se sorprendió cuando una mañana temprano la vio llegar en su coche. Después de bajarse, dio un buen portazo y se dirigió apresuradamente hacia la casa.

William y Erin se miraron con cara de preocupación, Era evidente que Matt iba a tener problemas.

Matt se levantó para saludarla, pero, para sorpresa de Erin, no hubo entre ellos ningún gesto de cariño. Matt se limitó a sonreírle cortésmente.

– Hola Charlotte,¿Cómo tú por aquí?

– Porque tengo que darte una buena noticia- respondió Charlotte, sin molestarse en saludar a Erin y a los niños. Priscilla`s está libre dentro de cuatro semanas.

– ¿Priscilla`s?

– Si, la sala de convites de las colinas en las afueras de la ciudad. Ya sabes que esa casa perteneció a Sir Reginald Chester y que, cuando su familia se arruinó, la vendieron. Pues después de restaurarla, se ha convertido en una lujosa sala para dar fiestas.

Charlotte hizo una pausa y sonrió a Matt.

– Es el lugar ideal para celebrar nuestra boda. Mamá está de acuerdo y ya está todo arreglado. Nos casaremos dentro de cuatro semanas y luego nos iremos dos semanas enteras a la isla de Norfok a pasar la luna de miel.

En ese momento, se volvió pro primera vez hacia Erin, quien se encogió, consciente de que no podría vivir bajo el mismo techo que Charlotte.

– Oh, es estupendo- consiguió decir, girándose hacia Matt, que parecía igual de incómodo que ella. Lo arreglaremos todo con Tom para irnos justo antes de que regreséis de vuestra luna de miel.

– Bueno…_empezó a decir Matt.

Pero Charlotte no le dejó acabar.

– Matt y yo hemos pensado que, una vez volvamos, nos haremos cargo de los niños hasta que reconstruyan el orfanato- dijo, agarrando del brazo a su prometido.

En cuanto a ti, supongo que el orfanato te conseguirá algún sitio donde te puedas quedar.

Erin pensó que la estaba tratando como si ella fuera también una pobre huerfanita.

– Erin puede quedarse también con nosotros- dijo entonces Matt, pero Erin y Charlotte no le hicieron ningún caso.

– O sea, que tú y Matt vais a ser los padres adoptivos de los chicos hasta que terminen de reconstruir el orfanato…-dijo Erin, que estaba empezando a ponerse enferma.

Pero no sabía por qué. Al fin y al cabo, aquellos chicos no eran hijos suyos. Ellos, además adoraban a Matt y estarían encantados de quedarse con el.

Pero, por otra parte, estaba Charlotte. Era evidente lo mucho que le desagradaban los gemelos y ellos se daban perfecta cuenta.

Así que en cuanto Erin se fuera, los chicos empezarían a causarles problemas.

– Y vosotros, os vais a portar bien, ¿verdad?- les preguntó Charlotte, mirándolos intimidatoriamente.

– Antes de nada, tendremos que hablar con Tom- comentó Erin. Tom es el director del orfanato de Bay Beach y será él quien decida.

Charlotte soltó una carcajada.

– ¿Cómo va él a rechazar una oferta tan buena como la nuestra?

10

Lo siento mucho- le dijo Matt a Erin una vez se marchó Charlotte.

Los gemelos, que cada vez que veían a Charlotte se aislaban mentalmente, no se habían enterado de nada. En ese momento se marcharon a hacer sus tareas.

– Pero te repito que puedes quedarte con nosotros, si quieres- añadió él.

– Matt, sabes que eso no es posible. Y en seis semanas tendremos tiempo de encontrar…

– Erin, quiero quedarme con los gemelos.

Erin lo miró sorprendida y se dio cuneta del dolor que había en sus ojos.

– ¿Quieres quedarte con ellos?

– Sí. Demonios, Erin, son unos chicos estupendos. Si pudiera persuadir a Charlotte…Si pudiera conseguir que se acostumbrara a ellos, los adoptaría.

– Pero,¿crees que Charlotte se acostumbrará alguna vez a ellos?- preguntó Erin con incredulidad.

– Estarán la mayor parte del tiempo conmigo, trabajando fuera- dijo él, intentando sonreír. Por otra parte, ella sabe que yo quiero tener hijos. Así que de este modo, se ahorraría el quedarse embarazada.