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Erin pensó en lo mucho que le gustaría a ella quedarse embarazada de Matt y cuidar luego de sus hijos. Peor inmediatamente se obligó a pensar en otra cosa.

– ¿Y crees que los gemelos estarán bien?

– No veo por qué no- contestó él.

– Porque necesitarán una madre.

– Yo les daré todo el cariño que necesitan.

– No funcionará, Matt. Los niños necesitan una familia de verdad.

– Nosotros seremos una familia.

– No.

– Erin, no puedes quedarte conillos para siempre. NO seas egoísta.

– Yo estaré siendo egoísta, pero tú estás ciego- dijo ella, poniéndose en pie.

Era cierto. Él no se daba cuenta de que con Charlotte, nunca formaría una verdadera familia. Ella sí podría enseñarle lo que era un familia. Pero nadie le había pedido que lo hiciera. Así que lo único que podía hacer era cuidar del futuro de los gemelos.

– Hablaré con Tom- añadió ella en un tono triste. Si él está de acuerdo, no discutiremos más.

Vamos a darle una oportunidad.

– ¿Qué?

– Ya has oído lo que he dicho- le dijo Tom a Erin.

Ambos estaban sentados en la cocina del hogar número uno. Los gemelos estaban fuera con otros chicos y Tom, Erin y Lori estaban en la cocina, tomando una taza de café caliente.

Erin le había informado a Tom de la propuesta de Matt y él había sacado sus propias conclusiones.

– Entiendo que Charlotte no va a ser la madre más adecuada para los gemelos- añadió el. Pero los gemelos quieren mucho a Matt y le hacen caso en todo. Así que creo que debemos aceptar la oferta y esperar a ver si funciona.

– Pero…+

– No estoy diciendo que vayamos a dejarlos allí indefinidamente- aclaro Tom, interrumpiéndola.

Pero si vamos a dejar que Matt y Charlotte pasen un fin de semana con los gemelos antes de la boda. Si después de eso siguen queriendo quedarse con los chicos, les propondremos como posibles padres adoptivos.

– Tom…

– Es un riesgo que tenemos que correr.

Tom, que era un hombre muy inteligente, se daba cuenta de lo mucho que estaba sufriendo Erin, porque quizá lo que estaba allí en juego no era solo el destino de los chicos. Aunque todavía podía arreglarse todo satisfactoriamente.

Erin se imaginó lo mucho que había debido contarle a Matt convencer a Charlotte que aparcara durante un fin de semana los preparativos de la boda para cuidar de los gemelos.

– Tom tiene razón. Es una medida muy sensata.

Así, cuando regresemos del viaje de novios será menos impactante el tener que cuidar de los pequeños.

– No me gusta nada tener que separarme de ellos- aseguró Erin.

Matt era consciente de lo mucho que estaba sufriendo.

– Ya sabes que puedo cuidar perfectamente de los gemelos.

– Nadie es capaz de cuidarlos cuando deciden meterse en problemas.

– Siempre se portan bien cuando están conmigo- aseguró Matt.

– Lo sé- dijo ella, todavía preocupada.

Y lo gemelos tampoco parecían muy contentos.

– ¿Por qué tienes que irte?

Ella ya había pensado una excusa.

– Os acordáis de Shanni?. Pues está esperando un bebé y acaban de operar a su marido, así que necesita que la ayude- lo que por otra parte era verdad.

– Pero nosotros no queremos que te vayas.

– Ya sabéis que cuando estaba en el orfanato de vez en cuando me tomaba unos días libres.

– Pero a nosotros no nos gusta- dijo Henry. Siempre te vas, nos metemos en algún lío.

– Pero os quedaréis conmigo- aseguró Matt. Así que no os meteréis en ningún lío. Charlotte y yo cuidaremos de vosotros.

– ¡Es que no nos gusta Charlotte!

– Pero si apenas la conocéis- la defendió Matt

– ¿Y dónde vas a ir, Erin?- preguntó William con los ojos llenos de lágrimas.

A Erin se le encogió el corazón. Los quería tanto…pero sabía que, tarde o temprano, tendría que separarse de ellos. Así que estaba bien darles aquella oportunidad. Quizá finalmente consiguieran formar parte de una familia.

– A la casa de Shanni, que está muy cerca.

– Justo al otro lado de la bahía- intervino Matt. De hecho, si bajamos esta tarde a la playa con los prismáticos, podremos ver la casa de Nick y Shanni.

– Y además- añadió Erin, el domingo por la noche estaré de vuelta. Así que prometedme que os portaréis bien.

– Seguro que no pasará nada- dijo Shanni, cuyo embarazo estaba ya muy avanzado, entrando en la habitación de su amiga con dos tazas de chocolate caliente. Vamos, Erin, que solo son las nueve del viernes- añadió, dándole una taza. Si empiezas a preocuparte ya, el domingo cuando salga de cuentas estarás destrozada.-

– Debería ser yo quien te estuviera cuidando a ti-cometo Erin, sintiéndose culpable porque fuera su amiga quien habia preparado el chocolate.

– Ha sido Nick quien lo ha preparado dijo Shanni. Está todavía de baja y la doctora Emily le ha dicho que puede ayudarme con las tareas menos pesadas de la casa.

Deberías haber visto la cara que puso Nick cuando se lo dijo.

Erin soltó una carcajada, pero era evidente que seguía preocupada.

– Ojalá pudiera estar segura de que Charlotte va a cuidarlos como es debido.

– Oye, que tampoco es ningún ogro.

– Pero casi.

– Si Matt está enamorado de ella, alguna virtud tendrá.

– Matt va a casarse con ella porque piensa que es una mujer independiente que no se meterá en su vida. Igual que su madre con su padre.

– Bueno, eso no es exactamente la base ideal de un matrimonio.

– Pero es lo que él quiere.

– ¿De veras?-preguntó Shanni. ¿O quizá sea solo lo que cree que quiere?-añadió, sentándose en la cama, junto a Erin. A Nick también le gustaba la vida que llevaba de soltero. Y ya lo ves, ahora está encantado. A veces los hombre no saben lo que quieren y nuestra tarea es hacer que lo descubran.

– Pues, desde luego, yo no sé cómo hacerlo.

¡Maldición!. Tenía que haber sucedido precisamente aquella noche, que tenía pensado estar con los gemelos. No tenía más remedio que dejarlos con Charlotte.

Una de las mejores vacas de Matt iba a parir y había habido ciertas complicaciones. Había llamado al veterinario a las ocho y eran ya las diez y todavía no habían conseguido que le animal pariera.

Matt pensó que, de todas formas, no tenía por qué haber ningún problema con los gemelos. Después de cenar con ellos, los había dejado con Charlotte, quien había asegurado que los iba a acostar inmediatamente.

Así que después de que el ternero naciera finalmente, Matt regresó a la casa, lamentando no haber podido darles a los críos un beso de buenas noches.

Al entrar en la casa, vio a Charlotte plácidamente sentada en el salón y se dijo que por eso era por lo que le había pedido que se casara con él. Porque prefería aquello a llegar a una casa vacía.

Además, ella había encendido la chimenea y había puesto flores en el salón. También había encerado los muebles y había limpiado el polvo a los adornos de porcelana.

La habitación tenía el mismo aspecto que cuando vivía su madre y él sintió una enorme satisfacción interior.

Todo estaba ordenado y los dos pequeños estaban durmiendo plácidamente en su habitación. Mientras iba a darle un beso a Charlotte, pensó que aquella era la vida que quería llevar. Pero entonces Charlotte arrugó la nariz en un gesto de desagrado.

– ¡Apestas, Matthew!

– Oye, que me he lavado y me he quitado las botas- dijo, ofendido. Además, ahora pensaba subir a ducharme, después de charlar un rato contigo.

– Pues ve a ducharte directamente- le dijo ella en un tono calmado. No puedes entrar en el salón oliendo a ganado.

– Es que quería contarte que al final la vaca ha parido y ella y el ternero están perfectamente.

– Matt…

– ¿Es que no te interesa?