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– ¡Caray¡ Vosotros dos, buscaos un camarote -dice Anouk.

Nos hemos quedado sin aliento para responder.

Está tranquilo bajo el pont Morland y, tumbados, contemplamos cómo se consumen las velas. Michèle duerme en una litera y Rosette y Anouk comparten otra; las niñas están tapadas con la capa roja de Anouk y Pantoufle y Bam montan guardia por si tienen pesadillas.

Por encima de nuestras cabezas, el techo de cristal de nuestro camarote nos permite contemplar el amplio cielo salpicado de estrellas. A lo lejos, el sonido del tráfico en la place de la Bastille casi se parece al de la rompiente en una playa solitaria.

Sé que no es más que magia barata. Jeanne Rocher no habría estado de acuerdo, pero se trata de nuestra magia, la mía y la de Roux, que sabe a chocolate y a champán; por último nos desnudamos y yacemos entrelazados bajo un manto de estrellas.

Sobre el agua suena la música y se trata de una canción que casi reconozco.

V'là l'bon vent, v'là l'joli vent…

No hay ni un soplo de viento.

Epílogo

Martes, 25 de diciembre.

Navidad

Otro día, otro regalo. Otra ciudad abre sus brazos. Bueno, ya sabéis, París dejó de interesarme y adoro Nueva York en esta época del año. Supongo que lo de Anouk es una pena, aunque lo podemos considerar una experiencia más.

En cuanto a su madre…, bueno, tuvo su oportunidad. Es posible que a corto plazo se produzcan situaciones desagradables. En concreto, Thierry intentará mantener su acusación de fraude, aunque yo no me fío de que tenga éxito. En nuestros días el robo de identidad es demasiado corriente…, como supongo que no tardará en saber cuando consulte su cuenta de ahorros. En cuanto a Françoise Lavery…, demasiadas personas pueden jurar que, en su momento, Vianne Rocher se encontraba en Montmartre.

Mientras tanto, me largo a nuevos pastos. Como ya sabéis, la correspondencia abunda en Nueva York y no hace falta decir que una parte se extravía. Nombres, direcciones y tarjetas de crédito, para no hablar de extractos bancarios, reclamaciones, cuotas del gimnasio, currículos, todas las tonterías que componen tu vida, a la espera de ser recogidas por alguien con iniciativa…

¿Quién soy ahora? ¿Quién puedo ser? Puedo ser la próxima persona con la que te cruces por la calle. Puedo estar detrás de ti en la cola del supermercado. Puedo ser tu nueva amiga más reciente. Puedo ser cualquiera. Puedo ser tú…

No olvidéis que soy un espíritu libre…

… y que voy dondequiera que el viento me lleva.

JOANNE HARRIS

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