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Elena lo entendió, pero prometió quedarse cerca de casa durante algunos días. Si yo cambiaba de idea, sólo tenía que llamarla. No creo que supiera lo mucho que aprecié su gesto.

Antes de cortar la comunicación, le dije a Savannah que hablara y regresé a la cocina.

– ¿Sueles ponerle algo a tu té? -preguntó él.

– No, así está bien -respondí y tomé la taza-. Gracias.

– Tal vez deberías llamar a Robert. Yo me sentiría mejor si…

Un quejido procedente del sótano lo interrumpió. Morton estaba consciente. Al menos, yo confiaba en que se tratara de Morton, pero, viendo los acontecimientos de los últimos días, no me habría sorprendido nada que, al abrir la puerta del sótano, encontrara un zombie en descomposición subiendo por la escalera. Ninguno de nosotros se movió cuando sonaron pisadas. Al oír un golpe en la puerta del sótano, hasta Cortez dudó un momento antes de responder.

Cualquier esperanza de que Morton despertara y decidiera huir rápidamente de casa se desvaneció cuando siguió golpeando y gritando. Él estaba en la casa y, maldita sea, no pensaba abandonarla sin una pelea. Y Cortez se la proporcionó. No fue, desde luego, una pelea literal. No podía imaginarme a Cortez arremangándose la camisa y dándose golpes con alguien. Su fuerza residía en sus palabras, y al cabo de algunos asaltos verbales, Morton decidió irse entre disculpas, convencido de que realmente se había caído por la trampilla del sótano.

La camarilla original

Cuando Morton se fue, oí que Savahhah se despedía de Elena. Ni siquiera había salido del dormitorio y el teléfono volvió a sonar. Sonó una vez y después la voz bulliciosa de Savannah flotó por el pasillo. A pesar de poder oír sólo el tono de su voz y nada de lo que decía, supe quién llamaba.

– De ninguna manera -dijo ella al entrar en la cocina, con el auricular contra la oreja-. Sí, correcto. Como si te necesitáramos. -Soltó una risotada-. Por supuesto, seguro. Bueno, podrías incinerarlos. Sigue soñando.

Hizo una pausa para escuchar y después reprimió una risita. Sólo había una persona que hacía reír así a Savannah, aunque ella preferiría morir que reconocerlo… y probablemente mataría a cualquiera que tuviera el atrevimiento de mencionarlo.

– Es para ti -me dijo y me pasó el teléfono-. Es Adam. Cree que va a ayudarnos. Como si pudiera…

– Hola -saludé.

– ¡Ya era hora! ¿Sabes cuántas veces te he llamado desde esta tarde? Papá se dio por vencido hace horas. O bien la línea está ocupada o responde el contestador. ¿Dónde has estado?

– No quieras saberlo.

– Apuesto a que puedo adivinarlo. Mamá estaba viendo hace un rato el informativo, un programa de tu zona, ¿y a qué no sabes la cara de quién vio?

– La mía. Déjame adivinar… Dijeron que yo era satanista, ¿no es así?

– Diablos, no. Dijeron que eras una bruja. ¿Ahora también eres satanista? Genial. Si llegas a ver al «que te dije», ¿podrías pedirle que le pase un mensaje a mi padre? Dile que está realmente muy atrasado en sus pagos de las mensualidades para su hijo.

– Jajá.

– Cuéntame entonces qué está sucediendo… -Adam calló y suspiró-. Tendrás que decírmelo más tarde. Papá está aquí, impaciente y haciendo muecas. Será mejor que hables con él. Después vuelve conmigo, ¿vale?

Adam le pasó el teléfono a Robert.

– Paige. -La calidez de Robert parecía colarse a través de la línea telefónica-. Deberías haber tratado de localizarme en la conferencia. Esto tiene una pinta horrible.

– Y eso que no conoces ni la mitad -dije y me dirigí a mi cuarto.

– Cuéntame, entonces. Lo hice.

– ¿Cómo puedo ayudarte? -me preguntó cuando terminé mi relato.

Podría haberme echado a llorar. Me siento tonta al admitirlo, pero esas tres palabras significaron mucho para mí.

– El material referente a Leah es fantástico -dije-. Pero también necesito alguna información sobre las Camarillas. -Vacilé, casi temerosa de seguir-. ¿Has oído hablar de la Camarilla Cortez?

– Claro que sí. -Hizo una pausa-. ¿Son ellos los que están tras Savannah?

– No.

– Me alegra escucharlo. Los Cortez son el grupo más peligroso de los peligrosos… Se trata de la Camarilla original.

– ¿Quieres decir la primera?

– Así es. Aguarda un minuto. Estoy en mi estudio. Déjame buscar la carpeta. -A estas palabras siguió el sonido de llaves-. Aquí está. La Camarilla Cortez fue fundada durante la Inquisición española. Ellos precipitaron la ruptura…

Se me cortó la respiración.

– ¿La escisión entre las brujas y los hechiceros? ¿Así que fueron ellos los que nos entregaron?

– Exactamente. Después de hacerlo, la familia Cortez formó un grupo originalmente basado en el concepto de un Aquelarre, aunque rápidamente adoptó un enfoque totalmente diferente. El nombre «Camarilla» vino más adelante, después de que se mudaran al Nuevo Mundo. Es un juego de palabras, una mezcla de verdad e ironía. Supongo que sabes cuál es el significado de la palabra.

– Sí. Una sociedad secreta formada para conspirar contra algo, por lo general el gobierno.

– Eso es lo irónico, desde luego. Es algo así como una broma a expensas del mito de los illuminati. La única cosa que un hechicero perteneciente a una Camarilla se propone hacer es ganar dinero. El nombre también deriva de «cabala», vinculándolo con la hechicería y el misticismo. Por último, hay cierta alusión a «caballero», un gentilhombre español, cosa que, por supuesto, ellos eran.

– Acerca de la Camarilla Cortez…

– Ah, sí. Lo lamento. -Rió por lo bajo. -Supongo que la etimología no te sirve de mucho, ¿verdad? ¿Hay algo en particular que quieres saber sobre ellos? Si no están detrás del ataque a Savannah…

– Tienen algo que ver. Necesito saber cosas acerca de la familia, la familia principal.

– La Camarilla Cortez está liderada por Benicio Cortez y sus hijos. Creo que son uno o dos hermanos, a los que se suma un conjunto de sobrinos y primos.

– Los hijos… ¿Sabes cómo se llaman?

– Déjame ver. Está Héctor, después… No estoy seguro del nombre de los dos del medio, pero el menor es, desde luego, Lucas.

– ¿Desde luego?

– Fuera del mundo de la Camarilla, Lucas Cortez es el más conocido de los cuatro hermanos. Es bastante famoso… -Robert calló un momento y luego se echó a reír-. Creo adivinar por dónde vas. ¿Es que has conocido al joven Cortez?

– Podría decirse que sí.

– Entonces déjame adivinar: quiere ayudarte a proteger a Savannah de los otros integrantes de la Camarilla.

– No sé por qué, pero supongo que hace esta clase de cosas con mucha frecuencia. ¿Qué opinas tú de esta… cruzada suya?

– Bueno, veamos. La versión menos agradable de la situación es que sólo se trata de una suerte de gamberro juveniclass="underline" un delincuente arruinado protegido por un padre que lo adora ciegamente. La versión que en general tiene más aceptación es que sólo representa una etapa del desarrollo: el hijo pródigo que se rebela contra su familia, una revuelta moral que sólo durará hasta que él comprenda que la pobreza no es nada divertida, momento en que regresará al rebaño. La versión más optimista, desde luego, es la de que realmente está comprometido con lo que hace.

– Salvar al mundo de las malévolas Camarillas.

– Tiene más o menos tu edad, ¿verdad? La edad del idealismo. El momento apropiado para apoyar protestas y adherirse a causas. Para alistarse en el Cuerpo de Paz. Para luchar contra las malévolas Camarillas. Para postergar la propia vida a fin de educar a una desconocida de trece años.