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"Imagine mi alivio. "

"Disminuyen por segundos," dijo ella, apretando los dientes.

John la contempló mientras masticaba un pedacito de bollo. De alguna manera lograba parecer inocente y deseable al mismo tiempo. Dios le ayudara, ya se estaba abriendo camino en la coraza protectora que había erigido a su alrededor hacía años. Seguramente no merecía la clase de tratamiento que le había estado dispensando. Tragó el bocado que tenía en la boca y despacio y deliberadamente se limpió con una servilleta, se levantó, y tomó su mano.

"¿Me permitirá que comience esta mañana?" dijo elegantemente, llevándose su mano a sus labios. "Temo que me levanté con el pie izquierdo. "

El corazón de Belle dio un pequeño vuelco ante la sensación del roce de sus labios a lo largo de sus nudillos. "Soy yo quien debería pedir perdón. Me temo que cualquiera de los dos pies habría sido el incorrecto a estas horas de la mañana. "

John se rió ante su respuesta y se volvió a sentar, estirándose para tomar otro bollo. "Son deliciosos," comentó.

"La madre de nuestra cocinera era escocesa. "

"¿Nuestra cocinera?" preguntó John, ante su elección de palabras. "¿Se ha convertido un miembro permanente de la casa, entonces?"

"No, volveré a Londres cuando mis padres regresen de Italia. Pero debo confesar que estoy empezando a sentirme como en casa en Westonbirt."

John asintió y tomó su bollo a medio comer. "¿Ha estado alguna vez en Escocia?"

"No. ¿Y usted?"

"No. "

Había un momento de silencio y luego John preguntó, "¿Cómo lo estoy haciendo?"

"¿Cómo está haciendo usted qué?" preguntó Belle con expresión perpleja.

"Sostener una charla cortés. He estado intentándolo con todas mis fuerzas durante los últimos minutos." Le dirigió una sonrisa infantil.

Belle no pudo contener la risa que brotó de su garganta. "¡Oh, está haciendo grandes progresos!”

"Estaré listo para la Temporada de Londres en poco tiempo." Se metió el último trozo de bollo en la boca.

Belle se inclinó hacia delante con entusiasmo. "¿Planea venir a la ciudad para la Temporada, entonces?" La idea la ilusionó. Comenzaba a aburrirse del remolino social, y la presencia de John ciertamente animaría las cosas. Además, encontró la idea de bailar en sus brazos extrañamente erótica. Un estremecimiento recorrió su columna ante el mero pensamiento de estar tan cerca de él, y se sonrojó.

John notó el color de sus mejillas y se sintió endemoniadamente curioso respecto a qué escandaloso pensamiento podía hacerla ruborizar después de haberse presentado con todo descaro en su casa a las nueve de la mañana. No tenía ningún deseo de avergonzarla preguntándoselo, sin embargo, así que simplemente dijo, "No. No dispongo de los fondos necesarios."

Belle se recostó en su silla, sorprendida por su franqueza. "Bueno, eso no importa," trató de bromear. "La mitad de la aristocracia tampoco los tiene. La mayoría simplemente se las arreglan para ser invitado todas las noches a una fiesta y así no tener que pagar nunca su comida."

"Nunca he sido de los que asisten a una fiesta cada noche. "

"No, no creí que lo fuera. Yo tampoco soy de esa clase."

"¿De verdad? Habría creído que usted sería la reina del baile [5], si disculpa la ocurrencia. "

Belle sonrió irónicamente. "No seré falsamente modesta diciendo que no he disfrutado de un moderado éxito social… "

John rió entre dientes ante su cuidadosa elección de palabras.

"Pero debo confesar que empiezo a cansarme de la Temporada. "

"¿Es eso cierto?”

"Sí. Pero supongo que tendré que volver el próximo año."

"¿Por qué asiste si lo encuentra tan aburrido?"

Ella hizo una mueca. "Una tiene que encontrar marido, después de todo."

"Oh," fue todo lo que John dijo.

"No es tan fácil como pueda pensar."

"No puedo imaginar que encontrar marido sea demasiado difícil para usted, Lady Arabella. Debe saber que es sumamente hermosa."

Belle enrojeció de placer ante su elogio. "Tuve algunas ofertas, pero ninguna era adecuada."

"¿Poco dinero?"

Esta vez cuando Belle enrojeció, fue de horror. "Tomo eso como una ofensa, Lord Blackwood."

"Lo siento, pensé que así era como funcionaban las cosas."

Belle tuvo que admitir que para la mayoría de las mujeres, eso era cierto, y aceptó su disculpa con una breve inclinación. "Algunos de los caballeros me informaron de que serían capaces de pasar por alto mi espantosas inclinaciones intelectuales debido a mi aspecto y mi fortuna. "

"Encuentro sus inclinaciones intelectuales bastante atractivas. "

Belle suspiró feliz. "Qué agradable es oír a alguien -a un hombre- decir eso."

John se encogió de hombros. "Siempre me pareció una tontería desear a una mujer que conversara apenar mejor que una oveja. "

Belle se inclinó hacia delante con un brillo malicioso en los ojos. "¿De verdad? Habría pensado que preferiría a ese tipo de mujer, considerando sus dificultades para desenvolverse en la charla cortés."

"Touche, milady. Le cedo este punto."

Belle se sintió absurdamente feliz y de repente se sentía muy, muy contenta de haberse animado a salir esa mañana. "Tomaré eso como un gran elogio."

"Como tal se efectuó." John movió la mano hacía el decreciente número de bollos. "¿No le apetece uno? Acabaré por comerme todo el plato si no interviene pronto."

"Bueno, ya desayuné, pero… " Belle miró los apetitosos bollos. "Supongo que uno no me hará daño."

"Estupendo, no tengo paciencia con las damas que tratan de comer igual que un conejo."

"No, prefiere a las ovejas, tengo entendido."

"Touche de nuevo, milady." John echó un vistazo hacia fuera por la ventana. "¿Son aquellos de allí sus caballos?"

Belle siguió su mirada y después se levantó y caminó hasta la ventana. "Sí, el de la izquierda es Ámbar, mi yegua. No vi los establos cuando llegué, así que simplemente la até a un árbol. Parece feliz."

John se había puesto en pie cuando Belle levantó, y ahora se acercó para unírsele junto a la ventana. "Los establos están en la parte de atrás. "

Belle era intensamente consciente de su proximidad, de su punzante aroma masculino. El aliento pareció abandonar su cuerpo, y por primera vez en esa mañana, se sintió totalmente privada del habla. Mientras él contemplaba a su yegua, ella robó un rápido vistazo a su perfil. Poseía una nariz recta y patricia, y una recia mandíbula. Sus labios eran sencillamente hermosos, llenos y sensuales. Tragó incómoda y se obligó a desviar la mirada a sus ojos. Parecían tristes. Belle se encontró deseando poder borrar el dolor y la soledad que vio en ellos.

John se giró de improviso y sorprendió a Belle mirándolo. Sus ojos se encontraron con los de ella, y durante un momento él dejó su expresión al descubierto, permitiéndole examinar su alma. Entonces esbozó una sonrisa torcida, rompiendo la magia, y dándose media vuelta.

"Es una yegua encantadora," dijo él.

Belle tardó un poco en recuperar la respiración. "Sí, la tengo desde hace años. "

"No creo que se ejercite demasiado en Londres. "

"No" ¿Y por qué estaban conversando tan insípidamente ahora, quiso saber Belle? ¿Por qué se había distanciado él de ella? No creía poder aguantar en su compañía ni un momento más si se iban a dedicar a intercambiar trivialidades y, Dios lo prohibiera, a mantener una charla cortés. "Debería irme," dijo ella, de repente. "Se hace tarde. "

John rió entre dientes al oírla. Eran apenas la diez de la mañana.

En su prisa por arreglarse y marcharse, Belle no se percató de su diversión. "Puede quedarse con la cesta," le dijo. "Es un regalo, junto con la comida. "

"La atesoraré para siempre." Tiró del cordón para que la criada de Belle volviera de las cocinas.

Belle sonrió, y después, para a su horror y sorpresa, sintió una lagrima escapar de su ojo. "Gracias por su compañía. Ha sido una mañana encantadora. "

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[5] Juego de palabras con la expresión “belle of the ball” que significa “la reina del baile. (N. T.)