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– Entonces es una buena opción que yo no use mis recién descubiertos poderes para el mal, ¿huh?

– Para mí, lo es. -La besó en la nariz antes de ponerse los pantalones y cerrar la cremallera. Se detuvo ante la puerta para volver a mirarla con una tierna expresión en la cara que la quemó completamente-. ¿Me sigues?

Ella asintió antes de ir con él al baño.

– Sabes -dijo él, indicando la bañera con el pulgar-, no soy tímido. Si quieres entrar, siéntete libre.

Simone todavía podía saborearle en los labios mientras consideraba su invitación. No lo hagas. Tienes que impartir una clase. Pero antes de que pudiera detenerse, estaba en el baño con él, observando cómo se desnudaba.

Ella dejó escapar el aire lentamente ante la vista de toda esa musculosa y leonada piel. Se le hacía la boca agua.

Él le disparó una diabólica sonrisa antes de meterse en la bañera.

– Puedes unirte a mí siempre que quieras.

Y lo haría, ése era el problema.

– Está bien, realmente necesito darme prisa para no llegar tarde.

Se apartó de la silueta de la cortina y se cepilló los dientes. Cuando lo hizo, una extraña sensación la atravesó.

Otra vez se sentía como si alguien la estuviera observando. Enjuagándose la boca, se dio la vuelta. Xypher estaba ocupado duchándose, y no había nadie más en la habitación.

– ¿Qué me está sucediendo?

– ¿Simone? -preguntó Xypher.

Elevó la voz para responder.

– Nada. Sólo estaba hablando conmigo misma.

Él salió de la ducha para comprobarlo.

– ¿Estás segura?

– Claro. Es sólo… ¿No tienes la sensación como si nos estuvieran observando?

– ¿Una sensación cómo?

Se encogió de hombros.

– No lo sé. Es igual que si hubiera algo ahí fuera.

Él cerró el agua. Abrió la cortina y alcanzó una toalla.

A pesar de la agradable estampa que presentaba, su preocupación era tal que ella apenas advirtió su cuerpo mojado, y eso decía cuan escalofriante era la sensación. Él envolvió la toalla alrededor de sus delgadas caderas.

– ¿Cuándo empezó?

– Hace un par de días. Es igual que si algo se estuviera arrastrando sobre mi piel, y no sé qué es. -Dejó escapar un suspiro sonoro-. Los demonios no pueden salir a la luz del día, ¿verdad?

– Los Daimons no pueden, pero los demonios sí. Sólo que no son tan fuertes durante el día.

– Oh, eso apesta. ¿Qué hay de ti? ¿Eres más débil?

– No soy como un demonio. Algunas veces es bueno ser un dios híbrido.

Bueno para él, pero no para su salud.

– Bien, entonces. Lo que quiera que sea, sólo me está observando. No hace otra cosa, así que ignorémoslo.

Xypher la observó cuando ella volvió al dormitorio. La siguió, pero él no lo iba a olvidar tan rápido. Algo que sabía, y que no había mencionado, era que cuando algo observaba a alguien, rara vez era bueno.

De hecho, estaba esperando el momento perfecto para abalanzarse.

CAPÍTULO 9

Después de haberla visto enseñar a sus estudiantes, Xypher estaba aún más impresionado con Simone de lo que había estado antes.

– Es bueno que no seas un demonio.

– ¿Por qué?

Cogió sus portafolios y libros mientras ella abandonaba el laboratorio y se los llevó de vuelta a su despacho.

– Con tu conocimiento de la anatomía humana, serías aterradora… y mortal.

Ella se burló:

– Soy bastante inocua.

– Si, no cuadra con lo que vi. Me parece recordar que lanzaste a ese Daimon al suelo y le hiciste sentirlo. Por cierto ¿Dónde aprendiste a hacer eso?

– Clases de defensa personal. Tate insistió, y estuve de acuerdo. Si vas a hacer mi trabajo, necesitas ser capaz de manejarte alrededor de criaturas dominantes.

Puso los ojos en blanco ante su evidente ataque. Lo extraño era, que en realidad no le importaba. Se iba acostumbrando a sus bromas, y de hecho, las disfrutaba.

– Ya sabes… pensándolo bien, hay un par de demonios a los que estaría encantado de ver como les diseccionas.

– Si uno de ellos es tu hermano, estoy de acuerdo. Es un ogro repugnante.

– No tienes ni idea. Sencillamente da gracias por no haberte criado con él alrededor, golpeándote. Bloodletting Mayhem [9] debería haber sido su segundo nombre.

– Vaya, lo siento.

Se encogió de hombros. No había realmente nada que decir. Kaiaphas era un demonio. Causar dolor a aquellos que tenía a su alrededor estaba en su naturaleza.

Abrió el despacho, lo condujo dentro, después cogió los libros de sus manos y los guardó en su sitio.

– Anoche me dijiste que hoy íbamos a convocar a algo malvado. No es que yo quiera precipitar mi fallecimiento o algo así, pero, ¿seguimos contando con ello?

– No.

– ¿No? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

– El gran malvado se mostró anoche en tu casa y lo alimenté con mi sangre.

Le echo una amonestadora mirada.

– Realmente desearía que dejaras de bromear sobre esto antes de que yo no vuelva a dormir de nuevo.

Probablemente él también debería, pero por la razón que fuera no pudo resistirse.

– Bueno, la sangre no era la única cosa que quería. También me pidió que le hiciera un favor.

Una duda espantosa estaba grabada en sus cejas cuando ella se giró hacia él.

– ¿Pidió?

Cruzó los brazos sobre el pecho.

– ¿Y quién es ese personaje que se asemeja al Padrino cuya dudosa petición implica tal carga?

– Es llamado por muchos epitafios. Al-Baraka, el Cambista. Kalotar, el Convocador. Corazón de demonio. Katadykari, el Condenado. Pero, según algunos su verdadero nombre es Jaden.

– ¿Y Jaden es un demonio?

Xypher contestó con una evasiva.

– No es exactamente seguro.

Ladeó la cabeza como si tratara de solucionar un rompecabezas que nunca nadie había solucionado con anterioridad.

– ¿Cómo es que no sabes lo que es?

– Fácil. Jaden no es muy confiado o hablador. Sabemos convocarlo, y sabemos que saca poderes de la fuente elemental del universo, pero nadie sabe como lo hace. Quién es, si es que es alguien, si responde, de dónde viene o a dónde se desvanece. Es un enigma total.

– Estoy confusa. Entonces, ¿por qué lo convocaría alguien?

– Simple. Jaden puede y haría cualquier cosa sin conciencia, prejuicio o vacilación. Y quiero decir realmente cualquier cosa. Si estás dispuesto a pagar su precio y cargar con las consecuencias del trato, puede concederte cualquier sueño que hayas tenido alguna vez, no importa cuán imposible pueda parecer.

Simone frunció el ceño.

– ¿Qué es? ¿Satán?

Xypher sonrió diabólicamente.

– No. Lucifer hace tratos con humanos. Jaden canjea con la fuente para los demonikyn.

– ¿Demonikyn?

– Demonios parientes y amigos. Los humanos y los otros pueden llamarlo, pero si no eres un engendro demoníaco, no contestará. Esto quiere decir que se necesita tanto sangre humana como de demonio para convocarlo. De nuevo, nadie sabe por qué.

Parecía que se lo tomaba mucho mejor de lo que había pensado.

– ¿Y bebe sangre?

Xypher asintió con la cabeza.

– ¿Entonces eso lo convierte en un vampiro?

– Sale a la luz del día. Pero, como un demonio, en ese momento es más débil. Parece tener los poderes de un dios, pero sin adeptos. ¿Cómo le llamarías?

– Yo no le llamaría nada que no le hiciera delirantemente feliz.

Xypher sonrió.

– Ves, sabía que eras una mujer sabia.

Simone no estaba tan segura de esto. Este Jaden todavía le sonaba una barbaridad como el diablo. La idea de que había estado en su casa y bebido la sangre de Xypher la hizo querer invitar a un sacerdote para que la purificara.

– ¿Y cuál es ese favor que tenemos que hacerle?

– Ver a una mujer en Royal Street que trabaja en una tienda de muñecas.

Aquello le cayó como un golpe en el estómago.

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[9] Caos Sangriento