Выбрать главу

Empujando esos pensamientos fuera, se volvió hacia Simone.

– Ok, tengo todos mis poderes intactos. No sé adónde vamos, pero tú si ¿correcto?

– Sí.

Bien. Iba a mostrarle como transportarse a través del cosmos con sus poderes. Con un poco de suerte, no acabarían en Alaska.

– Piensa en el lugar a donde vamos. Imagínalo perfectamente en tu mente.

Ella lo hizo.

Xypher la envolvió en sus brazos y cerró los ojos. Un instante después, estaban en las sombras de un callejón. Oía a la policía hablando entre ellos, vio al fotógrafo y a Tate moviéndose alrededor de un cuerpo cubierto.

Echó una ojeada alrededor para asegurarse de que no serían vistos antes de solidificarse.

Una lenta sonrisa se extendió por la cara de Simone.

– ¿He podido hacerlo yo sola?

– Podrás hacerlo. Pero llevará un montón de práctica. Y sé cuidadosa haciéndolo. A veces tus ropas se quedan atrás.

Su cara palideció.

– Eso sería increíblemente malo.

– Para ti, si. ¿Para mí? Se me pone la piel de gallina. -La barrió con una mirada caliente que encendió su sangre.

Pero no le dejaría saberlo.

Sonriendo ampliamente, malvadamente, le dio un sándwich, luego se dirigieron hacia Tate quien les miraba desde donde estaba situado el cuerpo.

Tate frunció el ceño ante su comida.

– ¿Comer en la escena de un crimen?

Haciendo una mueca ante la salpicadura de sangre en las paredes de alrededor y a la sangre en la calle, Simone le devolvió el sándwich a Xypher.

– No voy a comer.

Tate la miró boquiabierto.

– Uauh, finalmente eres sensible. Jamás supe si esa parte estaba en ti.

Simone estaba sorprendida también. Siempre había estado orgullosa de no ponerse enferma en las escenas de crímenes. Pero el olor de la sangre seca era fétido para su nariz. El color era una sombra más profunda de lo normal. Era casi como si pudiera saborear la sangre y marearla extremadamente.

A Xypher por otra parte no le afectaba en absoluto.

– Así que, ¿qué tenemos? -preguntó ella, respirando profundamente así no perdería la dignidad.

Tate dejó salir un largo y cansado aliento.

– Bien, su cabeza está perdida así que no creo que tengamos que preocuparnos por si se levanta y anda otra vez. Esto no es Sleepy Hollow.

Xypher frunció el ceño.

– ¿Sleepy Hollow?

Simone sacudió la cabeza.

– Una famosa historia sobre un jinete sin cabeza que cazaba víctimas.

– Eso es enfermo.

Simone arqueó una ceja.

– ¿Eso lo dice un demonio que come en la escena de un crimen?

– Tengo hambre. Deberías estar agradecida de que coma el sándwich y no carne o la sangre de alguien. Puedo hacerlo, lo sabes.

– Sí, -dijo Tate despacio-. Vamos a intentar evitar volver loco a más servidores públicos.

Simone trató de concentrarse.

– ¿Cuáles son los datos?

– No estamos seguros. Parece como una lucha de alguna clase de demanda y obviamente nuestro chico perdió.

Xypher se movió alrededor de la escena mientras hablaban.

Simone miraba la forma en que Xypher estudiaba los patrones de sangre como si pudiera imaginar exactamente la manera en que la lucha se había desarrollado. Cuando se acercó al cuerpo, uno de los oficiales le ahuyentó.

Ella se acercó lentamente.

– ¿En qué estás pensando?

– Quiero ver el cuerpo.

Ella fue y lo descubrió, luego se estremeció mientras el olor la golpeaba con toda la fuerza. Maldición, nunca iba a acostumbrarse a estos nuevos sentidos.

Xypher asintió antes de acabar el sándwich.

– Es lo que pensaba.

Estaba tan despreocupado. Lo menos que podía hacer era compartir lo que sabía.

– ¿Qué es?

– Una muerte trofeo.

Simone intercambió una mirada perpleja con Tate. No le gustaba el sonido de eso.

– ¿Qué quieres decir con “muerte trofeo”?

– El cuerpo es un mensaje de un demonio de un clan para otro. “No nos jodas”.

Tate sacudió la cabeza negando.

– Eh, eh, eh, ¿de qué estás hablando?

Xypher señaló el cuerpo con el pulgar.

– Mejor hazle tú la autopsia, Tate, porque no era humano y un humano va a alucinar cuando abran su cuerpo y encuentren que sus órganos internos no están dónde y cómo se supone. Es un Caronte… -Volvió a echar una mirada al cuerpo-. O era un Caronte.

Tate levantó las manos con frustración.

– ¿Qué infiernos es un Caronte?

– Un Demonio, -dijo Xypher como si estuviera hablando con un imbécil

– ¿Estás seguro? -Preguntó Tate.

– Sí. Los Gallu no mueren así. Cuando un demonio gallu muere, se desintegra como un Daimon. Los Daimons se desintegran como un Daimon. Los humanos que son asesinados por los gallu se convierten en zombies. -Señaló hacia atrás al cuerpo bajo la lona-. Y los Carontes mueren como los humanos. Sus cuerpos permanecen intactos para el entierro.

Tate frunció el ceño.

– Pero ¿Cómo sabes que es un Caronte y no un humano?

– Su piel es azul.

Esta vez Tate se burló en voz alta.

– Los humanos se vuelven azules cuando mueren.

– Su piel no se vuelve de mármol cuando se vuelve azul.

Eso desinfló un poco a Tate.

– Asumí que era un cuerpo pintado.

– No, es una pintura genética con la que ha nacido y recorre toda su capa epidérmica. El señor Caronte obviamente se perdió en el sitio equivocado. -Señaló a las paredes a su alrededor donde la sangre había salpicado tan alto como veinte pies desde el suelo-. Le doy crédito, luchó bien. Puedes oler su sangre y la de sus atacantes.

– ¿Plural? -Preguntó Tate.

Xypher asintió.

– Tres de ellos. Diría que le tendieron una emboscada y le dejaron para que fuera encontrado y el resto de su clan viera el cuerpo y tuviera miedo. O dependiendo de qué raza de Carontes, su clan atacara y empezara una guerra general entre ellos.

Tate exhaló un largo suspiro antes de mirar a Simone.

– Hombre, es como tener a uno de esos rastreadores de las viejas películas del Oeste de la década de los treinta. ¿Qué más sabes, Tonto [13]?

– Bien, déjame contarte lo que no sabía.

– ¿Y es?

– Que había Carontes sueltos en el mundo humano. Así que volviendo a la muerte trofeo… ¿Por qué? ¿Quién quería el gallu que viera esto?

Un estremecimiento bajó por la espina dorsal de Simone.

– Quizás es un mensaje para nosotros.

– No. Estarían aterrorizándonos. Esto… -Hizo un gesto otra vez a la gran cantidad de sangre-…es sobre territorios. -Volvió a mirar a Tate-. Tus chicos tienen a un clan Caronte viviendo aquí y ahora tienes a uno de gallus. Y si no se hace algo, Nueva Orleáns estará atrapada en un fuego cruzado.

– Y solamente tenemos tres, -dijo Tate amargamente-. Me haces querer irme a casa, arrastrarme hasta la cama con mi mujer, y sólo esperar, ¿verdad?

– No realmente, -dijo Xypher-. Me hace desear haber estado aquí para luchar con ellos. Me gustaría irrumpir en el escondite de los gallu.

Simone ignoró eso.

– Así que estamos buscando a un hambriento Dimme y a un clan de Carontes.

– Sí.

Aunque no le gustaba el concepto de eso, Simone asintió.

– ¿Alguna idea de por dónde los Carontes podrían pasar el tiempo?

– Así de pronto, diría algunos lugares no demasiado lejos.

Tate ladeó la cabeza.

– ¿Por qué dirías eso?

– Bien, si vas a enviar un mensaje a alguien, no dejas el mensaje en un lugar donde no lo verán. Lo pones en algún sitio obvio. -Miró alrededor a los edificios que los rodeaban-. Lo cual quiere decir que los Carontes están cerca de aquí.

Otro estremecimiento bajó por la columna de Simone.

– ¿Cuán peligrosos son estos Carontes?

Xypher se encogió de hombros.

– Depende de cuan sociables se hayan vuelto y cuan enfadados estén. Obviamente, han estado ocultándose aquí bajo tus narices sin que nadie lo supiera.

вернуться

[13] En español en el original. Se refiere al indio que acompañaba al Llanero Solitario.