CAPÍTULO 14
Simone canceló su clase vespertina. Entre sus poderes, que aún la hacían sentir enferma, todo el caos que generó el ataque de los demonios, y la inesperada pérdida de control sobre su cuerpo, creyó que sería lo más seguro para sus alumnos. Lo último que necesitaban era ver cómo los ojos de su profesora se volvían rojo brillante.
O peor aún, que alguno resultara devorado por un gallu. La Dirección seguramente estaría en desacuerdo
Y también el pobre estudiante.
Entretanto, estaba aprendiendo ciertas cosas sobre sí misma y sobre sus nuevos poderes. Xypher había cambiado de lugar los muebles de la sala de estar para poder enseñarle movimientos específicos para combatir a los gallu y ponerlos a llorar. Su favorito hasta el momento era asqueroso, pero altamente efectivo.
El escupitajo ácido.
Se pasó la mano por la nuca mientras miraba la taza metálica que acababa de destruir.
– Me siento como un extraterrestre de una película interespacial.
Xypher la miró seductoramente antes de apretarse contra ella y decirle por lo bajo en el oído:
– Por suerte para mí, tú tienes mucho mejor aspecto.
Sonrió ante el cumplido y su cuerpo entero se calentó por el contacto.
– ¡Uuuh! -dijo Jesse, deslizándose dentro de la habitación.
– Alguien ha movido los muebles. ¡Fabuloso!
Antes de que Simone pudiera hablar, comenzó a sonar “Debería irme o debería quedarme”, de Clash.
– Jesse…
Éste empezó a bailar como un pollo.
– Oh, venga, Sim. Son los Clash. Debes bailar.
Le aferró la mano y la hizo girar.
Riéndose, ella sacudió la cabeza y se unió al famoso baile del Cuello del Pollo que solían realizar, generalmente, cuando se encontraban solos.
Gloria emitió un chillido de satisfacción antes de unírseles.
Xypher se quedó atrás, observándolos a los tres con el ceño fruncido. Nunca en toda su existencia había observado algo tan extraño. Pasaron de bailar en fila como pollos, a bailar como robots, para terminar con algo que parecía twist. Si tenías algún tipo de problema espinal. Y luego comenzaron a bailar el “DO-SI-DO[14]”. La canción no duró mucho más y luego sonó “Los chicos no lloran, yo quiero ser un cowboy.”
Jesse apuntó a Xypher con un dedo, luego con ambos y simuló que le disparaba mientras entonaba la canción.
Xypher se restregó la mejilla.
– Os habéis vuelto locos.
Simone se rió.
– Venga, Ted -le dijo, usando el nombre del cowboy en la canción-. Baila con nosotros.
– Jamás, en mi toda mi larga existencia, he bailado.
– Y yo tampoco había sido capaz de oír los latidos de otra persona a un metro de distancia, hasta el día de hoy. -Lo cogió por los brazos y lo arrastró hacia el grupo-. Baila conmigo, Xypher. Nadie se reirá de ti aquí. Confía en mí, si no nos hemos burlado de la falta de gracia de Jesse, jamás no burlaremos de ti.
Se sintió totalmente ridículo durante los primeros diez segundos. Pero moverse al unísono con Simone, mientras sus ojos destellaban, le hizo olvidar el hecho de que probablemente parecía un idiota.
La música continuó con “Más vale que seas bueno conmigo”, de Tina Turner.
– ¡El baile del mono! -gritó Jesse.
Xypher intercambió una mirada perpleja con Gloria, que se encontraba tan perdida como él.
Simone se recostó a su lado y le mostró como levantar una mano cada vez, siguiendo el ritmo de la música.
– Ahora, a mover la cola como un mono… Es el baile del mono.
Xypher se rió, y por primera vez en su vida, no fue una risa amarga o burlona. Era una risa real, honesta, que surgía desde lo más hondo de las entrañas y que lo conmovió en lo más profundo de su ser. Santos dioses, se estaba divirtiendo. Verdaderamente, se estaba divirtiendo.
Nunca, pero nunca, había hecho tal cosa.
Entonces, así es como se sentía la verdadera diversión. Con razón las personas la buscaban. La diversión era increíble.
Los minutos y las canciones pasaron volando mientras disfrutaban de estar juntos, actuando como estúpidos totales. Simone giró sobre sí misma, riéndose, hasta caer en el sofá.
– Oh, estoy envejeciendo. No puedo seguir el ritmo.
Jesse y Gloria continuaron bailando mientras Xypher se sentaba junto a ella.
– ¿Te encuentras bien?
Ella se rió.
– Acalorada y sudorosa. ¿Y tú?
– Igual. ¿Hacéis esto muy a menudo?
Ella le sonrió mientras observaba como Jesse y Gloria bailaban juntos.
– Al menos una vez a la semana. Pero no siempre movemos los muebles.
Xypher le retiró un mechón de cabello del rostro, pero en cuanto la tocó, se dio cuenta de que había cometido un error. Una hola de calor le abrasó la entrepierna.
Gruñendo por la ferocidad del repentino deseo, se inclinó hacia ella y le capturó los labios.
Simone gimió suavemente al sentir el sabor de Xypher. Su corazón se aceleró mientras hundía las manos en su grueso cabello negro y dejaba que los mechones se le enredaran entre los dedos. La incipiente barba le arañaba la piel, haciéndola arder de necesidad. Cerrando los ojos, se imaginó en la cama con él… desnuda.
En el momento en que ese pensamiento apareció en su mente, estuvo en la cama con él, completamente desnuda.
– Oh, Dios mío -dijo ella por lo bajo, retirándose y sintiendo que una ola de mareo la asaltaba.
Con un brillo maligno en los ojos, Xypher se rió.
– Creo que me gusta el hecho de que aún no controles tus poderes. Siempre que no nos materialices desnudos en algún lugar público, por mí está bien.
Aferrando fuertemente la sábana contra su desnudo cuerpo, ella chilló indignada.
– No puedo creer que hiciera esto.
– No te avergüences.
Se le arrimó y entonces le mordisqueó la comisura de la boca.
Simone titubeó. Una parte de ella quería fugarse precipitadamente de la cama, pero la otra parte estaba absolutamente deseosa de estar ahí. Ya habían pasado por tantas cosas. Más que eso, había tocado su corazón y su vida de forma que ningún otro hombre había hecho jamás.
Sonriéndole, depositó una mano sobre la áspera mejilla. Sus ojos azules eran cautivadores. En ellos vio la necesidad y el calor de su pasión. Pero no la estaba presionando. Aguardaba, para asegurarse de que estuviera bien.
Este solo hecho acabó con la poca resistencia que le quedaba.
Rodó hasta sus brazos y lo besó.
Xypher tembló de alivio ante estas acciones. Ella se había acercado a él.
Incapaz de soportarlo, la besó ferozmente mientras rodaba sobre la espalda para acomodarla sobre su torso. Siseó ante lo bien que se sentían aquellos pechos contra su pecho desnudo. Y ante la sensación de las piernas desnudas deslizándose entre las de él.
– Eh, Sim, qué… -Las palabras se convirtieron en un alarido de horror que parecía más el de una niña pequeña que el de un muchacho adolescente. Jesse corrió a través de la pared para escapar.
– La próxima vez, llama -le gritó Xypher.
Jesse respondió algo, pero fue silenciado por el estéreo.
Simone no dejó que la interrupción la desconcertara. Vería a Jesse más tarde. En ese momento, sólo quería estar con Xypher. Tenía algo que la cautivaba.
Una vez más, él rodó sobre ella, presionándola contra la cama.
– Eres tan hermosa -gruñó, mordisqueándole los labios antes de enterrar el rostro contra su cuello. Le dejó un rastro de ardientes besos desde el cuello hasta los senos.
Simone arqueó la espalda y lo acercó con fuerza, al tiempo que le deslizaba una mano por la espalda y notaba cómo sus músculos se flexionaban. Se sentía completamente excitada por la sensación de esos labios sobre su piel. Por la cálida y masculina esencia de su cuerpo.
Él miró por encima de sus senos para deslizarse más abajo, hacia el vientre, y luego más abajo aún.