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Los saboteadores de las cacerías han jurado presentarse con todas sus fuerzas. «La gente tiene sentimientos muy definidos con respecto a este tema -dijo un activista del oeste de Londres-. Los saboteadores estamos unidos en el deseo de proteger a los zorros de personas que quieren matarlos por diversión. En el siglo xxi no hay sitio para este deporte sangriento y salvaje. Decir que la cantidad de zorros se ha duplicado es una falacia. El verano siempre ha sido una temporada en que la caza ha estado prohibida; por lo tanto, ¿cómo es posible que la ampliación de la veda a tres meses más haya dado lugar a una "plaga"? Esas declaraciones son mera propaganda.»

Según una reciente encuesta de Mori, el 83 % de las personas preguntadas considera que la caza con perros es cruel, innecesaria, inaceptable u obsoleta. Pero incluso si el primer ministro hace honor a sus recientes declaraciones de que prohibirá la caza del zorro antes de las próximas elecciones, el debate continuará.

Los que están a favor de la caza argumentan que el zorro es una alimaña y tiene que ser controlado, con o sin prohibición de la caza. «Ningún gobierno puede legislar contra los instintos depredadores del zorro. En cuanto entra en un corral mata a todos los pollos que encuentra, no porque tenga hambre sino porque disfruta haciéndolo. Anualmente se eliminan 250.000 zorros para que su número se mantenga en un nivel aceptable. Sin la caza, la población de zorros crecerá hasta quedar fuera de control y la actitud de la gente cambiará.»

Los que están en contra discrepan. «Como cualquier otro animal, el zorro se adapta al medio circundante. Si un granjero no es capaz de proteger sus animales, entonces puede esperar que sean atacados. Así es la naturaleza. Los gatos matan por diversión, pero nadie sugiere que lancemos una jauría de sabuesos contra el minino de la familia. ¿Qué sentido tiene culpar al zorro cuando el debate debe centrarse en la economía pecuaria?»

Los que están a favor: «Los sabuesos matan con rapidez y limpieza, mientras que las trampas, los cepos y los disparos no son métodos seguros de control, con frecuencia sólo causan heridas graves sin garantizar que el animal capturado sea un zorro. Los animales heridos tienen una muerte lenta y dolorosa. Cuando la gente sea consciente de ello, su opinión variará».

Los que están en contra: «Si el zorro es tan peligroso como pretenden los cazadores, ¿por qué utilizan tierra artificial para alentar su multiplicación? Un guardabosque admitió recientemente que lleva treinta años criando zorros y faisanes para la caza. Si uno es guardabosque en regiones de cacería, es obligatorio facilitar animales que sirvan de presa, o pierde el trabajo».

Las acusaciones y recriminaciones son encarnizadas. La pretensión de la Alianza Rural de que se trata de un problema entre el campo y la ciudad es absurda, así como el alegato de la Liga contra Deportes Crueles de que no se perderá ni un puesto de trabajo si los cazadores de zorros «se pasan masivamente al drag hunting» [6]. El disgusto ante la muerte por diversión de un animal autóctono se percibe en las zonas rurales con la misma fuerza que en las ciudades, y el Woodland Trust [7], por ejemplo, se niega a permitir que los cazadores atraviesen sus tierras. Por contraste, el drag hunting sólo preservaría los puestos de trabajo si se logra convencer a los cazadores, muchos de los cuales son granjeros, de que apuntarse a una actividad en grupo que no ofrece ningún beneficio o utilidad a la comunidad vale su tiempo y su dinero.

A cada bando le encantaría describir al otro como destructor de un modo de vida o de un animal vulnerable, pero el veredicto sobre si la caza debe ser prohibida o no se fundamenta en la forma en que el público percibe al zorro. No es una buena noticia para quienes están a favor de la caza. Otra encuesta reciente planteaba esta opción: clasifique los siguientes elementos según el daño que causan a las zonas rurales: 1) zorros; 2) turistas; 3) nómadas New Age. El 98 % de los encuestados puso a los nómadas en primer lugar. El 2 % (presumiblemente cazadores que sospechaban una trampa) puso a los zorros; el 100 % consideró que los turistas eran los que causaban menor daño, debido al dinero que aportan a las economías rurales.

El Hermano Zorro, con su pelambre roja y sus patas blancas, nos resulta simpático. Un hombre que cobra el subsidio de desempleo y viaja en un vehículo sin matrícula no lo es. El gobierno debe tomar nota. Vulpes vulgaris no es una especie en peligro de extinción, pero está luchando por adquirir esa condición mediante las numerosas campañas dedicadas a su conservación. Ahora es el nómada quien disfruta de la calificación de alimaña. Tal es el poder de la opinión pública.

Mas ¿desde cuándo el poder tuvo la razón?

Anne Cattrell

Cuatro

Shenstead, 21 de diciembre de 2001

Bob Dawson se apoyó en su pala y contempló a su mujer que se abría camino a través del huerto congelado hacia la puerta trasera de la mansión Shenstead, con los labios curvados hacia abajo en señal de agrio resentimiento contra un mundo que la había derrotado. Pequeña y jorobada, su viejo rostro estaba surcado de arrugas y continuamente hablaba sola en un murmullo. Bob podía predecir con exactitud lo que decía porque lo repetía una y otra vez, día tras día, en una cantinela interminable que provocaba en él deseos de matarla.

No era correcto que una mujer de su edad aún estuviera trabajando… Toda su vida había sido una sirviente, una esclava… Una mujer de setenta años debería poder descansar… ¿Qué otra cosa hacía Bob salvo sentarse en verano sobre una podadora de césped?… Cómo se atrevía a obligarla a ir a la mansión… Estar en la casa con el coronel no era seguro… Todo el mundo sabía qué… ¿Le interesaba eso a Bob…? Claro que no… «Manten la boca cerrada -le diría-, o probarás el dorso de mi mano… ¿Quieres que perdamos el techo que nos cobija?»

El discernimiento se había eclipsado mucho tiempo atrás, dejando la cabeza de Vera rebosante de un resentimiento que la martirizaba. No tenía en cuenta que Bob y ella no debían pagar por vivir en su casa, porque la señora Lockyer-Fox se responsabilizaba de ello de forma vitalicia. Lo único que tenía en cuenta era que el coronel le pagaba un salario para que limpiara, y su objetivo en la vida era mantener aquel dinero lejos del alcance de su marido. Bob era un matón, un tirano, y ella guardaba lo que ganaba en escondrijos olvidados. Le gustaban los secretos, siempre le habían gustado, y la mansión Shenstead tenía más secretos que la mayoría de los lugares. Llevaba cuarenta años realizando labores de limpieza para los Lockyer-Fox, y se habían aprovechado de ella durante todo ese tiempo, con la ayuda de su marido.

Un psicólogo clínico habría dicho que la demencia había liberado la personalidad frustrada que ella llevaba reprimiendo desde que se casó, cuando tenía veinte años, para mejorar en la vida, aunque había elegido al hombre equivocado. Las ambiciones de Bob quedaron satisfechas con una casita por la que no pagaba alquiler a cambio de trabajar como jardinero y limpiar la mansión Shenstead. Vera había ambicionado tener su propia casa, una familia y ser ella quien seleccionara a sus patrones.

Los pocos vecinos cercanos que habían tenido se habían mudado mucho tiempo atrás, y los nuevos la evitaban, incapaces de soportar sus obsesivas divagaciones. Bob podía ser un hombre taciturno que evitaba la compañía pero, al menos, no había perdido la chaveta y en público toleraba pacientemente los ataques de ella. Lo que hacía en privado era asunto suyo, pero los manotazos que Vera le propinaba cada vez que él la contradecía evidenciaban que sus riñas no estaban exentas del uso de la fuerza física. De todos modos, Bob era quien disfrutaba de la simpatía de los demás. Nadie lo culpaba de que la sacara a empujones de la casa para que trabajara en la mansión. Cualquier hombre se volvería loco si tuviera que pasar todo el día en compañía de Vera.

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[6] Drag hunting: Deporte ecuestre en el que un grupo de jinetes persigue a una jauría que se mueve siguiendo las drag lines, es decir, unos rastros hechos con varias sustancias y productos químicos. En la práctica del drag hunting ningún animal resulta muerto. Se trata de un deporte cuya popularidad se está extendiendo en el Reino Unido e Irlanda. (N. de los T.)

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[7] Woodland Trust: Organización de voluntarios que se dedica a la protección de los bosques en el Reino Unido e Irlanda. Es particularmente activa en la conservación de zonas boscosas antiguas. (N. de los T.)