Выбрать главу

Pero hay algo más… En estas horas lentas y vacías, me sube del alma a la mente una tristeza de todo el ser, la amargura de ser al mismo tiempo una sensación mía y una cosa exterior, que no está en mi poder alterar. ¡Ah, cuántas veces mis propios sueños se me imponen como cosas, no para substituirme a la realidad, sino para confesárseme sus pares en no quererlos yo, en surgirme por fuera como el tranvía que da la vuelta en la curva del extremo de la calle, o la voz del pregonero nocturno, de no sé qué cosa, que se destaca, tonada árabe, como un borbotón súbito, de la monotonía del atardecer [114].

Pasan matrimonios futuros, pasan las parejas de modistillas, pasan jóvenes con urgencia de placer, fuman en el paseo de siempre los jubilados de todo, en una u otra puerta se resguardan los vagos parados que son dueños de las tiendas. Lentos, fuertes y débiles los reclutas sonambulizan en grupos ora muy ruidosos [115], ora más que ruidosos. Gente normal surge de vez en cuando. Allí los automóviles no son muy frecuentes a estas horas […] En mi corazón hay una paz de angustia, y mi sosiego está hecho de resignación.

Pasa todo esto y nada de todo esto me dice nada, todo es ajeno a mi sentir, […] cuando el acaso tira piedras, ecos de voces desconocidas -ensalada colectiva de la vida.

El cansancio de todas las ilusiones y de todo lo que hay en las ilusiones: su pérdida, la inutilidad de tenerlas, el antecansancio de tener que tenerlas para perderlas, la amargura de haberlas tenido, la vergüenza intelectual de haberlas tenido sabiendo que tendrían tal fin.

вернуться

[114] Hasta aquí este fragmento fue publicado en Solução Editora, nº 2, 1929, pg 25 suscrito por Fernando Pessoa. Como se observará, el resto, que inicia una variación sobre el tema, está sin terminar.

вернуться

[115] Lectura dudosa.