Veo las caras de los genios y de los triunfadores reales, incluso pequeños, singlar en la noche de las cosas sin saber lo que hienden sus proas altivas, en ese mar de sargazos de paja de embalaje y virutas de corcho.
allí se resume todo, como en el suelo del zaguán de la casa de la oficina, que, visto a través de las verjas de la ventana, del almacén, parece una celda para la basura.
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Abajo, apartándose de la altura en que estoy en desnivelamientos de sombra, duerme al claro de luna, álgida, la ciudad entera.
(Una desesperación de conciencia, una angustia de existir atado a mí mismo, rebosa por todo mí sin rebasarme, componiéndome el ser con ternura, miedo, dolor y desolación.)
Un tan inexplicable exceso de angustia absurda, un dolor tan desolado, tan huérfano, tan /metafísicamente/ mío, (…)
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…barcos que pasan por la noche y ni se saludan ni conocen.
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Surge por Oriente una luz rubia de la luna de oro. El rastro que forma en el río ancho abre serpientes en el mar.
73 (Claros de Luna)
…mojadamente sucio de castaño muerto en los resbalamientos nítidos de los tejados superpuestos, blanco ceniciento, mojadamente sucio de castaño muerto
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y se desnivela en conglomerados de sombra, recortados de un lado en blanco, con diferencias azuladas de madreperla fría.
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Llueve, llueve, llueve… Llueve constantemente, gemidoramente, (…) Mi cuerpo me tiembla al alma de frío… No un frío que hay en el espacio, sino un frío que hay en que yo soy el espacio [122].