– No.
– Siento haberme ido tan pronto de tu fiesta.
Delaney sacó las llaves del bolsillo. Normalmente se hubiera mordido la lengua y se hubiera tragado lo que pensaba, pero no estaba de humor-. No, no creo que lo sientas.
– Por supuesto que sí. ¿Por qué me dices eso?
Miró a su madre, sus ojos azules y el cabello rubio con el corte clásico-. No sé -contestó, resolviendo echarse atrás en una discusión que perdería de cualquier manera-. He tenido un día de mierda. Vendré a cenar mañana por la noche si lo deseas.
– Tengo planes para mañana por la noche.
– El lunes entonces -dijo Delaney deslizándose en su coche. Le dijo adiós, y tan pronto como regresó a su apartamento, telefoneó a Lisa-. ¿Estás libre esta noche?- preguntó a su amiga con rapidez-. Necesito una copa, tal vez dos.
– Louie trabaja hasta tarde, así que puedo quedar un rato.
– ¿Por qué no nos encontramos en Hennesey? Una banda de blues toca allí esta noche.
– De acuerdo, pero seguramente me iré antes de que empiecen a tocar.
Delaney estaba un poco decepcionada, pero era capaz de estar sola. Después de colgar el teléfono, se dio una ducha, luego se puso un suéter verde que dejaba la barriga al aire y un par de pantalones vaqueros. Se esponjó el pelo, se maquilló y se puso sus Doc Marten y la chaqueta de cuero para caminar las tres manzanas hasta Hennesey. Cuando llegó, eran las seis y media y la barra estaba llena de gente que acababa de salir del trabajo.
Hennesey era un local de gran tamaño, con un piso superior que se asomaba sobre el inferior. Las mesas de ambos niveles estaban abarrotadas, y un escenario portátil se había colocado en la gran pista de baile. Por ahora, las luces de la barra resplandecían y la pista de baile estaba vacía. Más tarde, todo eso cambiaría.
Delaney se sentó en una mesa cerca del final de la barra y estaba en su primera cerveza cuándo Lisa llegó. Miró a su amiga y quitando un dedo del vaso, apuntó la cola de caballo de Lisa-. Deberías venir a que te corte el pelo.
– De ninguna manera-. Lisa pidió una Miller Lite [40], luego volvió su atención a Delaney-. ¿Recuerdas lo que le hiciste a Brigit?
– ¿Brigit qué?
– La muñeca que mi bisabuela Stolfus me regaló. Le cortaste sus largos bucles de oro e hiciste que pareciera Cyndi Lauper. Estoy traumatizada desde entonces.
– Te aseguro que no te parecerás a Cyndi Lauper. Incluso lo haré gratis.
– Lo pensaré-. La cerveza de Lisa llegó y pagó a la camarera-. Pedí hoy los vestidos para las damas de honor. Cuando lleguen tendrás que venir a mi casa para los retoques finales.
– ¿Pareceré una azafata de plantación sureña?
– No. Los vestidos son de terciopelo color vino. Realmente sencillos con una línea para que no llameis más la atención que la novia.
Delaney tomó un sorbo de cerveza y sonrió-. No podría hacer eso de ninguna manera, pero realmente deberías pensar en dejarme arreglarte el pelo para tu gran día. Será entretenido.
– Tal vez te dejaré hacerme una trenza o algo por el estilo-. Lisa tomó un trago-. Reservé ya el restaurante para la boda.
Cuando el tema de boda de Lisa se agotó, la conversación recayó en el negocio de Delaney.
– ¿Cómo ha ido tu peluquería estos días?
– Horrible. Tuve una cliente, la Sra. Stokesberry. Dejó sus pelucas, y tuve que lavarlas como si fuese un perro de lanas aplastado.
– Divertido trabajo.
– Dímelo a mí.
Lisa tomó un trago y luego dijo, – No quiero hacerte sentir peor, pero pasé con el coche por delante de la peluquería de Helen hoy. Tenía bastante gente.
Delaney frunció el ceño ante su cerveza-. Tengo que hacer algo para robarle la clientela.
– Haz un regalo. A las personas les gusta obtener algo por nada.
Había probado eso ya con la manicura-. Necesito hacer propaganda, -dijo, contemplando silenciosamente sus opciones.
– Tal vez tú deberías hacer una demostración o algo por el estilo en la escuela de Sophie. Córtales el pelo a algunas muchachas, házles un buen corte. Entonces todas las demás chicas querrán que les cortes el pelo también.
– Y sus madres tendrán que continuar trayéndolas-. Delaney sorbió su cerveza, y pensó en las posibilidades.
– No mires ahora, pero Wes y Scooter Finley acaban de entrar-. Lisa puso la mano a un lado de la cara como un escudo-. No los mires siquiera o se sentaran en esta mesa.
Delaney escudó su cara también, pero miró entre sus dedos-. Son tan feos como recuerdo.
– También igual de estúpidos.
Delaney se había graduado con los hermanos Finley. No eran gemelos, sólo habían repetido. Wes y Scooter llevaban gafas oscuras que ocultaban sus pálidos ojos espeluznantes de albinos.-¿Crees que todavía tienen imanes de pollitos?
Lisa inclinó la cabeza-. Supongo-. Cuando la amenaza Finley había pasado, Lisa bajó la mano y apuntó hacia dos hombres de la barra-. Qué crees, ¿boxers o slips?
Delaney echó un vistazo a sus camisas con el gran logotipo rojo de Chevron, su pelo a lo Achy Breaky [41], y dijo, – Serios. Blancos. The fruit of Loom.
– ¿Y el tercer tipo, empezando por el final de la barra?
El hombre era alto, delgado, con el pelo perfectamente peinado. El suéter amarillo atado alrededor de su cuello le dijo a Delaney que o era nuevo en el pueblo o era un hombre de gran valor. Sólo un guerrero indio se pasearía por las calles de Truly con un suéter de cualquier color, y mucho menos amarillo, atado alrededor de su cuello-. Un tanga, creo. Es muy atrevido-. Delaney tomó un sorbo de la cerveza y fijó su atención en la puerta.
– ¿Algodón o seda?
– Seda. Es tu turno.
Las dos mujeres giraron la cabeza y clavaron los ojos en la puerta, esperando que su siguiente víctima pasara por el medio. Tardó menos de un minuto, estaba tan bueno como Delaney recordaba. El pelo oscuro de Tommy Markham todavía se rizaba sobre sus orejas y su cuello. El mantenía aún su cuerpo sin un gramo de grasa y cuando su mirada cayó sobre Delaney, su sonrisa era todavía tan encantadora como cuando era niño. El tipo de sonrisa que podía hacer que una mujer le perdonara casi cualquier cosa.
– Estás volviendo loca a mi mujer. ¿Lo sabes?- dijo al acercarse a su mesa.
Delaney miró los ojos azules de Tommy y colocó una mano inocente en su pecho-. ¿Yo?- Hubo una época que una mirada a sus largas pestañas había hecho que su corazón revoloteara. No pudo evitar la sonrisa que curvaba su boca, pero su corazón estaba muy bien-. ¿Qué he hecho?
– Volver.
Que bueno, pensó. Helen había pasado toda su infancia acosando verbalmente a Delaney, volviéndola loca.
Haberle dado la vuelta a la tortilla era justo-. Pero, ¿dónde está tu viejo grillete con bola?
Él se rió y se sentó en la silla al lado de ella-. Ella y los niños fueron a una boda en Challis. Volverán mañana en algún momento.
– ¿Por qué no fuiste?- preguntó Lisa.
– Tengo que trabajar mañana.
Delaney miró sobre la mesa a su amiga, que le hacía la señal “está casado” con sus ojos. Delaney sonrió abiertamente. Lisa no tenía que preocuparse. Ella no se había acostado con hombres casados en toda la vida. Pero Helen no lo sabía. Haría que se preocupara.
Nick colgó el teléfono e hizo rodar su silla hacia atrás. El fluorescente zumbó en lo alto, y una sonrisa jugueteaba en sus labios cuando se asomó a la ventana de vidrio templado. El sol se había puesto y su reflejo le devolvía la mirada. Todo venía junto. Había tres contratistas que querían invertir capital con él y ahora estaba en la etapa de hablar con los bancos.
Puso el lápiz encima del escritorio delante de él, luego se pasó la mano por el pelo. La mitad de Truly iba a cabrearse cuando se enteraran de sus planes para Silver Creek. A la otra mitad le iba a encantar.