Ahora que estaba delante de ella, con la luz de su oficina derramándose en el estacionamiento, Delaney no estaba segura de porque había llamado a la puerta. Después de lo sucedido el día anterior, no estaba segura de qué decir-. Oí algo, y me preguntaba si… -se detuvo y aspiró profundamente. Sus nervios estaban de punta y su estómago revuelto, como si hubiera tomado un triple café con leche seguido de un café expreso. Se cogió las manos y se miró los pulgares. No sabía donde mirar-. Alguien me contó algo horrible, y… me preguntaba si…
– Sí – la interrumpió-. He oído todo eso varias veces hoy. De hecho, Frank Stuart me persiguió hasta encontrarme en una obra esta mañana para preguntarme si había violado las condiciones del testamento de Henry. También te preguntará a ti.
Ella miró hacia arriba-. ¿Qué?
– Estabas en lo cierto. La Sra. Vaughn se lo dijo a todo el mundo, y aparentemente añadió algunos jugosos detalles por su cuenta.
– Oh-. Ella tocó el ardor de sus mejillas y dio un paso a la izquierda, para salir de la luz-. No quiero hablar de eso. No quiero hablar de lo que sucedió ayer.
Él recostó un hombro contra el marco de la puerta y la miró a través de las sombras de la noche-. ¿Entonces que haces aquí?
– Realmente no lo sé, pero hoy me enteré de un viejo rumor, y quise preguntarte acerca de él.
– ¿Qué es?
– Supuestamente, estaba embarazada cuando dejé Truly hace diez años.
– Pero los dos sabemos que eso era imposible ¿no? A menos que por supuesto tú no fueras virgen.
Ella se apartó un poco más, hacia la parte más oscura-. Oí el rumor de que aborté porque tú eras el padre del bebé-. Lo vio enderezarse y repentinamente ella supo por qué había llamado a la puerta-. Lo siento, Nick.
– Ocurrió hace mucho tiempo.
– Lo sé, pero lo oí hoy por primera vez-. Ella caminó al inicio de las escaleras y puso una mano en la barandilla-. Quieres que todo el mundo piense que nada te altera, pero creo que te lastimó más de lo que nunca admitirías. De otra manera, no habrías golpeado a Scooter Finely.
Nick se balanceó sobre los talones y metió las manos en los bolsillos delanteros-. Scooter es un grano en el culo, y me cabreó mucho.
Ella suspiró y lo miró por encima del hombro-. Sólo quiero que sepas que no habría tenido un aborto, eso es todo.
– ¿Por qué crees que me importa lo que el pueblo piense de mí?
– Tal vez no te importe, pero tiene que ver con lo que yo siento por ti, o con lo que tú sientes por mí, y eso fue demasiado cruel para que nadie lo dijera. Supongo que sólo quería que supieras que sé como te sentías y que alguien te debería decir que lo lamenta-. Buscó las llaves en el bolsillo del abrigo y comenzó a bajar las escaleras-. Olvídalo-. Louie estaba equivocado. Nick actuó como si no le importase porque realmente era así.
– Delaney.
– ¿Qué?- Ella metió la llave en la cerradura, luego detuvo la mano en la manilla de la puerta.
– Te mentí ayer-. Lo miró por encima del hombro, pero no lo podía ver.
– ¿Cuándo?
– Cuando te dije que podías ser cualquiera. Te conocería con los ojos cerrados-. Su voz profunda llegó a través de la oscuridad, más íntima que un susurro cuando agregó, – Siempre sabría que eres tú, Delaney-. Luego oyó el chirrido de los goznes seguido por el chasquido de un cerrojo y Delaney supo que se había ido.
Se apoyó en la barandilla, pero la puerta estaba cerrada como si Nick nunca hubiera estado allí. Sus palabras habían sido tragadas por la noche como si nunca las hubiera dicho.
Una vez dentro de su apartamento, Delaney se sacó los zapatos y metió un Lean Cuisine [50] en el microondas. Encendió la televisión e intentó ver las noticias locales, pero tenía dificultad para concentrarse incluso en el tiempo. Su mente volvía a su conversación con Nick. Recordó lo que había dicho él sobre conocerla con los ojos cerrados, y se recordó a sí misma que Nick era mucho más peligroso cuando era agradable.
Sacó su cena del microondas y se preguntó si Frank Stuart realmente querría preguntarle sobre el último rumor. Justo como hacía diez años, el pueblo murmuraba a sus expensas otra vez. Murmuraba sobre ella y Nick machacando el tema en el mostrador de su peluquería. Pero a diferencia de la vez anterior, ahora no podía huir. No podía escapar.
Antes de que hubiera estado de acuerdo con las condiciones del testamento de Henry, vagabundeaba por todas partes. Siempre había tenido libertad para marcharse cuando le cambiaba el humor. Siempre había tenido el control de su vida. Había tenido una meta. Ahora todo era confuso, revuelto y estaba fuera de control. Y Nick Allegrezza estaba justo en la mitad. Él era una de las grandes razones de que su vida se hubiera puesto así.
Delaney se levantó y entró en su dormitorio. Deseaba poder culpar de todo a Nick. Deseaba poderlo odiar completamente, pero por alguna razón no podía odiar a Nick. La había enojado más que cualquier otra cosa en su vida, pero nunca había podido realmente odiarle. Su vida sería mucho más fácil si pudiera.
Cuando se quedó dormida esa noche, tuvo otro sueño que rápidamente se convirtió en una pesadilla. Soñaba que era junio y que había cumplido con honradez las condiciones del testamento de Henry. Podía finalmente salir de Truly.
Era libre y ronroneaba de placer. El sol la bañaba con una luz tan brillante que apenas podía ver. Finalmente tenía calor y llevaba un par de plataformas púrpuras. La vida no podía ser mejor.
Max estaba en su sueño, y le daba uno de esos grandes cheques como cuando ella ganó la carrera de caballos… Lo ponía en el asiento del copiloto de su Miata y se metía en el coche. Con los tres millones de dólares al lado, se dirigió fuera del pueblo sintiendo como si le hubieran quitado de encima el peso de un mamut y cuanto más cerca estaba de los límites de Truly, más ligera se sentía.
Condujo hacia los límites del pueblo durante lo que parecieron horas, y cuando la libertad estaba a menos de un kilómetro, su Miata se convertía en un coche de juguete, dejándola a un lado de la carretera con su gran cheque metido debajo de un brazo. Delaney miró el coche diminuto al lado del dedo del pie dentro de la plataforma púrpura y se encogió de hombros como si eso pasara todo el tiempo. Se metió el coche dentro del bolsillo para que no lo robaran y se dirigió a los límites del pueblo. Pero no importaba cuánto lo deseara o con qué rapidez caminara, el letrero “Está saliendo de Truly” se mantenía siempre a lo lejos. Comenzó a correr, inclinándose a un lado para equilibrar el peso del cheque de tres millones de dólares. El cheque pesaba cada vez más, pero se negaba a dejarlo atrás. Corrió hasta que le dolieron las piernas y no podía ni dar un paso más. Los límites del pueblo seguían a la misma distancia, y Delaney supo sin ninguna duda, que se quedaría en Truly para siempre.
Se incorporó en la cama. Un grito angustioso salió de sus labios. Estaba sudorosa y su respiración agitada.
Como si hubiera tenido la peor pesadilla de su vida.
Capítulo Doce
– La masa- vociferó el orador desde el metro y medio de altura del Dodge del Alcalde Tanasee. Unas falsas telas de araña envolvían el camión y dos lápidas sepulcrales hacían de cama. El Dodge recorría Main Street con brujas y vampiros, payasos y princesas, arrastrándose detrás. La charla excitada de fantasmas y duendes mezclados con la música inauguraban el Desfile Anual de Halloween.
Delaney estaba parada delante de la peluquería viéndolos pasar. Tembló y se acurrucó más en su abrigo verde de lana con grandes botones brillantes. Estaba helada, no como Lisa que estaba a su lado con una sudadera B.U.M [51] y un par de guantes de algodón. El periódico había hecho una predicción de una temperatura inusual para el último día en octubre. Se suponía que la temperatura iba a subir hasta unos maravillosos cuatro grados y medio.