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– Es un hecho demostrado.

Delaney se rió y se apartó de él. Sin embargo, podía tener razón en lo de la parte caliente. Ciertamente sabía como provocar su fuego.

– Tengo el culo congelado-. Él se sentó y Duke y Dolores subieron de un salto sobre él-. Vale, fuera -dijo apartándolos con fuerza y ayudó a Delaney a ponerse de pie. Ella sacudió la nieve de su parka; Él la sacudió de su pelo. En el porche abrieron la puerta, luego entraron. Delaney se sacó el abrigo y lo colgó en el perchero. Mientras él miraba alrededor, ella aprovechó para estudiarlo. Llevaba una camisa de franela, por supuesto. Sólida franela roja dentro de un Levi’s descolorido.

– ¿Alguna vez has estado aquí antes?

– Una vez-. le devolvió la mirada-. Cuando se leyó el testamento de Henry.

– Ah, bueno-. Ella recorrió con la mirada alrededor, tratando de ver el vestíbulo con nuevos ojos, como si nunca hubiera estado allí. Era una casa victoriana típica. Pintura blanca y empapelado, madera oscura y suelo de tarima, gruesas alfombras persas hechas a mano, y un reloj antiguo de pared. Todo denotaba riqueza y resultaba un poco opresivo, y ambos eran conscientes que si Henry hubiera tenido interés en ser su padre, Nick habría crecido en esa enorme casa. Se preguntó si se consideraba afortunado.

Se quitaron las botas mojadas y congeladas en la puerta, y ella sugirió que encendiera un fuego en la sala mientras iba a la cocina y hacía café irlandés. Cuando volvió diez minutos más tarde, lo encontró de pie ante la tradicional chimenea, clavando los ojos en el retrato de la madre de Henry que había encima de la repisa. Había sólo un leve parecido entre Alva Morgan Shaw y su único nieto. Nick parecía fuera de lugar entre sus ancestrales antepasados. Su propia casa era mucho más agradable, con las luces indirectas y las piedras de río y las suaves sábanas de franela.

– ¿Qué opinas?- preguntó colocando una bandeja sobre la mesa.

– ¿Sobre qué?

Señaló el cuadro de la madre de Henry, que se había mudado a la capital del estado mucho antes de la llegada de Delaney a Truly. Henry había llevado a Gwen y a Delaney a visitar a la vieja varias veces al año hasta que murió en 1980, y hasta donde Delaney podía recordar, el retrato era bastante halagüeño. Alva había sido una mujer flaca, alta y huesuda como una cigüeña, y Delaney recordaba su olor a tabaco rancio y Aqua-net [56]-. sobre tu abuela.

Nick inclinó la cabeza hacia un lado-. Pienso que me alegro de parecerme a mi madre, y tú tienes suerte de ser adoptada.

– No te contengas-. rió Delaney-. Dime lo que realmente piensas.

Nick se volvió a mirarla y se preguntó lo que haría ella si se lo dijera. Paseó la mirada por su cabello rubio y sus grandes ojos castaños, el arco de su frente y sus labios llenos. Había estado pensando en un montón de cosas últimamente, cosas que nunca ocurrirían, cosas que era mejor no imaginarse. Cosas como que le gustaría despertarse con Delaney cada mañana durante el resto de su vida y ver como se volvía gris su cabello-. Pienso que el viejo debe ser realmente feliz ahora mismo.

Ella le dio una taza, luego cogió otra para ella y la llenó-. ¿Cómo es que crees eso?

Él tomó un sorbo de café y sintió el whisky arder en su estómago. Le gustó sentir eso. Le recordaba lo que sentía por ella.

– Henry no quería que estuviéramos juntos.

Él se preguntó si le debía decir la verdad, y pensó por qué demonios no lo iba a hacer-. Estás equivocada. Quería qué acabáramos juntos. Por eso estás atrapada en Truly. No para acompañar a tu madre-. Las arrugas de su frente le dijeron que no creía absolutamente nada de lo qué decía-. Confía en mí en esto.

– De acuerdo, ¿pero por qué?

– ¿Quieres saberlo de verdad?

– Sí.

– Bien. Unos meses antes de morir, me ofreció todo. Me dijo que tendría que dejar algo para Gwen, pero que me dejaría todo lo demás si le daba un nieto. Te habría excluido por completo-. Hizo una pausa antes de agregar, – Lo mandé al infierno.

– ¿Por qué haría eso?

– Supongo que pensó que un hijo bastardo era mejor que nada, y si yo no tengo hijos, entonces toda esa superior sangre Shaw muere conmigo.

Ella frunció el ceño y negó con la cabeza-. Está bien, pero eso no tiene nada que ver conmigo.

– Si que lo tiene-. Él le cogió la mano libre y la acercó-. Es de locos, pero pensó, por lo que sucedió en Angel Beach que estaba enamorado de ti-. Rozó sus nudillos con el pulgar.

Su mirada observó su cara hasta que desvió la vista-. Tienes razón. Es de locos.

Él dejó caer la mano-. Si no me crees, pregúntale a Max. Él sabe todos los detalles. Redactó el testamento

– Hay algo que aún no tiene sentido. Era muy arriesgado, y Henry era demasiado controlador para arriesgarse así. Por ejemplo, ¿y si me hubiera casado antes de que muriese? Podía haber vivido bastantes años, y mientras tanto, incluso podía haberme hecho monja o algo por el estilo.

– Henry se suicidó.

– De ninguna manera-. Ella negó con la cabeza otra vez-. Se quería demasiado a sí mismo para hacer eso. Adoraba ser un pez grande en un estanque pequeño.

– Se estaba muriendo de cáncer de próstata y sólo le quedaban unos meses de vida.

Su boca se abrió involuntariamente un poco, y parpadeó varias veces-. Nadie me lo dijo-. Sus cejas se juntaron, y se frotó un lado del cuello-. ¿Sabe mi madre algo de esto?

– Lo del cáncer y lo del suicidio.

– ¿Por qué no me lo dijo?

– No lo sé. Tendrás que preguntarle.

– Eso suena tan extravagante y controlador que cuanto más lo pienso, más me parece algo que haría Henry.

– El fin siempre justificaba los medios para él, y todo tenía un precio-. Él se volvió hacia el fuego y tomó un trago-. El testamento era su forma de controlar a todas las personas después de que se fuera.

– Quieres decir que me usó para controlarte.

– Sí.

– Y le odias por eso.

– Sí. Fue un hijo de puta.

– Entonces no lo entiendo-. Delaney se acercó a su lado y pudo oír su confusión en su voz-. ¿Por qué estás aquí esta noche? ¿Por qué no me has evitado?

– Lo intenté-. colocó su cara junto a la chimenea y miró fijamente las llamas-. Pero no era tan fácil. Henry tenía razón en una cosa, sabía que te deseaba. Sabía que te desearía a pesar del riesgo.

Se quedaron en silencio un momento exageradamente largo, luego ella preguntó, -¿Por qué estás aquí ahora, esta noche? Ya hemos estado juntos.

– No hemos terminado. Aún no.

– ¿Por qué arriesgarte otra vez?

¿Por qué estaba empujándolo? Si quería la respuesta, entonces se la daría, pero dudaba que le gustara-. Porque he pensado en ti desnuda y ansiosa desde que tenías trece o catorce años-. Él inspiró profundamente y expiró lentamente-. Desde un día que Louie y yo estábamos en la playa con algunos amigos, y tú estabas allí también, con otras chicas. No recuerdo con quién, sólo a ti. Tenías puesto un bañador brillante del color de las manzanas verdes. Era de una pieza y no era demasiado pequeño ni nada de eso, pero tenía una cremallera en la parte delantera que me volvió loco. Recuerdo espiarte hablando con tus amigas y escuchando música, y no podía apartar la vista de esa cremallera. Esa fue la primera vez que me fijé en tus pechos. Eran pequeños y puntiagudos y sólo podía pensar en bajar esa cremallera y verlos, así podría mirar los cambios de tu cuerpo. Me puse tan duro que tuve que ponerme boca abajo para que nadie me viera como un Ponderosa en un bosque de árboles.

– Esa noche cuando fui a casa, tuve la fantasía de colarme por la ventana de tu dormitorio. Fantaseé que te veía dormir con tu cabello rubio esparcido completamente sobre la almohada. Luego te imaginé despertándote y diciéndome que me habías estado esperando, tendiendo tus brazos y dándome la bienvenida a tu cama. Me vi a mi mismo deslizándome en tu cama, levantando tu camisa, y bajando tus bragas. Me dejabas tocar tus pequeños pechos todo lo que quería. Y también me dejabas tocarte entre las piernas. Fantaseé durante horas.

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[56] Marca de laca (N deT)